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EDITORIAL

Vuelta al cole: los niños, cobayas del Gobierno

Millones de niños y jóvenes estarán expuestos desde este lunes a la escandalosa incompetencia de la banda de Simón y Sánchez.

Arranca el curso escolar del coronavirus con la improvisación como bandera del Gobierno y Pedro Sánchez pretende que el endeble sistema escolar sea la piedra de toque de las presuntas bondades de su gestión frente a la epidemia. Si la operación de alto riesgo de la vuelta al colegio sale bien, estaremos ante un nuevo supuesto éxito de Sánchez. Si el caos se adueña de las escuelas, la culpa será de las comunidades autónomas, igual que sucede ahora con los rebrotes.

El Gobierno sobrevuela el retorno a las clases como un parásito acecha a sus víctimas. La responsabilidad del complejo operativo es de las CCAA, pero las instrucciones emanadas desde el Gobierno dejan poco margen de maniobra a las Administraciones periféricas, tan celosas de sus competencias como tantas veces incompetentes. Los colegios, que fueron lo primero que se cerró cuando el coronavirus ya llevaba semanas circulando por España ante la pavorosa inacción del Gobierno, será ahora lo último en bajar las persianas si el otoño trae consigo un endurecimiento de la epidemia. Como quiera que la economía nacional no puede permitirse una nueva cuarentena, las escuelas, según el Gobierno, deberán resistir lo que haga falta para que los padres no se tengan que recluir en masa para cuidar de niños enfermos, asintomáticos o no.

Se entendería que el Gobierno fiara sus expectativas de éxito al buen funcionamiento de las escuelas si hubiera facilitado la contratación de los profesores necesarios para que no haya más de veinte alumnos por clase, si los centros contaran con el personal sanitario suficiente para hacer frente a las contingencias derivadas de la enfermedad, si se hubiera dotado a centros y alumnado de los medios telemáticos para combinar la enseñanza presencial con la ejercida a distancia, si las instrucciones de funcionamiento fueran claras y precisas y si las reglas para abrir o cerrar una instalación resultaran concretas e indiscutibles, pero no se cumple ninguna de esas premisas.

Cada comunidad va a su aire, hay diecisiete maneras de afrontar el comienzo del curso del covid-19, las Administraciones no han contratado aún al personal docente y sanitario suficiente para afrontar los ratios de alumnos por aula y todavía está en discusión, por ejemplo, si los niños de entre seis y doce años deben portar mascarilla en clase o no. A pocas horas de que comience el curso en muchas comunidades, el caos, las contradicciones y la desinformación son las notas dominantes y los escolares se preparan para ser las cobayas de un retorno a las clases sujeto con alfileres.

El Gobierno de Sánchez se ha demostrado el más incompetente de Europa tanto en la primera como en la segunda oleada del coronavirus. No hay listado en materia de contagios, fallecimientos, debilidades y carencias que no encabece la Administración social-comunista y no hay razón para pensar que las escuelas no vayan a ser otro escenario del fracaso generalizado del Gobierno. Que Sánchez haya dicho que los niños van a estar más seguros en clase que en el parque hace desconfiar a los más templados y prudentes. Millones de niños y jóvenes estarán expuestos desde este lunes a la escandalosa incompetencia del Gobierno.

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