El Gobierno menos ejemplar de la democracia pretende fijar doctrina sobre cuál puede y debe ser el comportamiento de un rey que, desde antes de serlo, ha cumplido siempre a la perfección con los requerimientos que la Constitución y la arquitectura institucional le han ido asignando.
En cambio, el Gobierno del socialista Pedro Sánchez y el comunista Pablo Iglesias no hace otra cosa que socavar la Carta Magna y dinamitar el prestigio de las instituciones.
El problema aquí no es el comportamiento del rey emérito, por cuestionable que haya podido ser, ni –menos aún– el de un Felipe VI que está desarrollando una labor impecable como monarca. No: esta nueva andanada contra la Corona se enmarca en la campaña de PSOE y Podemos para que España deje de ser lo que es y se convierta en otra cosa: una república bolivariana, varias republiquetas o una pseudomonarquía pseudoparlamentaria a mayor gloria de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
Pese a la brutal labor de intoxicación de numerosos medios de comunicación y prácticamente todas las televisiones, las intenciones de unos y otros no pueden ser más transparentes. Por mucho que Iván Redondo diseñe estrategias pretendidamente sofisticadas y que Pedro Sánchez se envuelva en palabras altisonantes y rotundos desmentidos –que son a su vez desmentidos horas después–, está claro lo que pretenden: parafraseando al presidente, lo que es de lunáticos es no querer darse cuenta del riesgo serio, real e inminente que corren el orden constitucional y las libertades.