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Emilio Campmany

El gurú desatinado

Redondo debería ser consciente de que estar rodeado de tontos no le hace más listo.

Redondo debería ser consciente de que estar rodeado de tontos no le hace más listo.
Iván Redondo. | EFE

Iván Redondo apoyó la estrategia del PSOE en Madrid en dos patas. Al verse capaz de atraer a las redes del PSC a buena parte del electorado de Ciudadanos en Cataluña, creyó que podía hacer algo parecido en Madrid presentando a un candidato suficientemente digerible para los votantes de centro de la capital. La segunda consistió en hacer bajar a la arena a su gladiador, el samnita Pedro Sánchez, vencedor en cien combates singulares contra propios y extraños. Poco antes del debate de Telemadrid se dio cuenta que eran dos errores.

Al proceder el votante de Ciudadanos en Cataluña de los caladeros del PSC, no era allí difícil conducirle de nuevo al redil. Sin embargo, en Madrid quienes optaron por el partido naranja no habían huido del PSOE radicalizado, sino del PP desnortado. Con una candidata como Ayuso, que ha sabido recuperar las ideas liberal-conservadoras a la par que presentar una gestión eficaz, los electores de Ciudadanos, puestos a tener que elegir entre PSOE y PP, parecen decidirse por éste. Por otra parte, sacar en procesión a Sánchez sólo ha servido para que los madrileños confrontaran su gestión con la de Ayuso y naturalmente la popular salió ampliamente beneficiada de cualquier comparación. Si cada una de estas dos estrategias son un error por sí mismas, desplegarlas conjuntamente constituye una equivocación añadida porque ambas son contradictorias. No se puede intentar atraer a los electores moderados exhibiendo a un Sánchez que es inequívoco aliado de comunistas, golpistas y filoetarras.

Al poco, esta doble estrategia se perfiló como abocada al fracaso. No tiene sentido para Iván Redondo insistir en ella ante la probabilidad de que el duelo entre Sánchez y Ayuso lo gane ésta. Aunque el PSOE pierda, Redondo tiene que impedir que quien salga derrotado el día 4 sea su señorito. De modo que le ha hecho hacer mutis por el foro, ha dejado que Pablo Iglesias ocupe toda la escena y ha empujado a Gabilondo a abrazarse a él para que la derrota, de producirse, como es lo más probable, sea más responsabilidad de Iglesias que del presidente. Ya no se trata de vencer sino de que Sánchez no salga trasquilado. Lo que pasa es que dar la imagen de que una victoria de la izquierda entregará Madrid a Pablo Iglesias hace que la victoria del PSOE sea todavía más improbable. Tan es así, que Más Madrid está a poco de ser la fuerza de izquierdas más votada el día 4.

Con independencia de cuál sea la imagen que Redondo consiga transmitir, la realidad es que la responsabilidad de lo que ocurra es suya tras haber sido impuesto como jefe de campaña por Sánchez. Si el fracaso es finalmente estrepitoso, como es probable que ocurra, no faltarán socialistas madrileños que pidan su cabeza. Obviamente, su privilegiado puesto en el Gobierno no peligra, pero la debacle, si se produce, le perjudicará. Y al PSOE también. Y a Sánchez, no digamos. Redondo debería ser consciente de que estar rodeado de tontos no le hace más listo.

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