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Cristina Losada

¿Y qué fue de los confinadores?

Raro, raro. De pronto, o así me lo parece, el número de contagios por coronavirus ha dejado de ocupar portadas y aperturas de informativos en los grandes medios.

Raro, raro. De pronto, o así me lo parece, el número de contagios por coronavirus ha dejado de ocupar portadas y aperturas de informativos en los grandes medios.
C.Jordá

Raro, raro. De pronto, o así me lo parece, el número de contagios por coronavirus ha dejado de ocupar portadas y aperturas de informativos en los grandes medios. Y eso que ha de estar pulverizando récords. Hay que rebuscar un poco para encontrar los datos. Coincidiendo con la reunión de la Comisión de Salud Pública, el Ministerio de Sanidad ha informado de 159.161 nuevos casos y una subida de 28,7 puntos en la incidencia a 14 días. Claro que esta ola, otra más que ha cogido desprevenidas a las abnegadas autoridades, no está presentando la virulencia de las anteriores, gracias a la vacunación y, se supone, a la menor gravedad de los efectos que provoca la ómicron. Pero, así y todo, es raro. Es rarísimo que hayan desaparecido de la faz de la tierra mediática todos los que en cuanto subía la incidencia clamaban por confinamientos y muchas más restricciones. ¿Qué habrá sido de ellos?

¿Habrá que atribuir su desaparición a la fatiga? ¿Será un efecto colateral de la traída y llevada fatiga pandémica esta pájara de los confinadores? Tuvieron su momento, largo momento, y quizá se han resignado a que sus deseos no se cumplan. Clamaban por confinar pensando que daban voz a la voluntad del Gobierno central, pero hasta el Gobierno central terminó por ningunearlos. La única medida fuerte que avaló el Gobierno, y ya en plena formación de la ola, fue la de ponerse la mascarilla en exteriores, donde menos falta hace. Es la política del "algo hay que hacer", que se suele combinar con la de hacerlo tarde. Como el intento de abaratar los test de antígenos, que llega pasadas las fiestas, cuando más se necesitaban y más se compraron (más de 20 millones). Y aún habrá que ver si lo que se ha decidido no resulta contraproducente.

Durante este último ataque del coronavirus que padecemos no se ha oído a los confinadores. Es posible que, tal como vinieron, se hayan marchado. Pero, después de las que montaron, hay que pedirles que expliquen cómo han transitado del intervencionismo más autoritario al laissez faire, laissez passer en el que están ahora. Y habrá que recordar, y recordarles, que se indignaban mucho con la idea de afrontar la epidemia protegiendo a los vulnerables y dejando que el resto se contagiara, idea que atribuyeron al Gobierno británico en los primeros compases de la epidemia, a pesar de que sus expertos lo desmintieron expresamente. Yo celebro que hayan dejado de clamar para que se confine a todo el mundo todo el tiempo, pero que digan si se han pasado al enemigo o es que nunca reflexionaron sobre lo que estaban diciendo, y ahora, cuando callan, tampoco.

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