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Amando de Miguel

Se ha hecho viral

En la pavura de Casado para librarse de Ayuso y de Vox se detecta el síndrome del cretino.

Pablo Casado. | EFE

Con esta hermética frase se nos dice de algo con vocación de interesar a la gente. Es la perfecta demostración de que el suceso relatado carece de trascendencia, resulta efímero. Debe ser sustituido, inmediatamente, por otro de la misma especie. Todo es una pura cuestión de entretener al personal. De esa forma no se preocupa gran cosa por los hechos públicos realmente trascendentes. No es una materia filosófica; la trascendencia es lo que interesa al bolsillo de la gente. Es lo que llamamos, pretenciosamente, economía.

Se confunde lo viral (es el adjetivo de virus, algo que se replica de modo incesante) con lo estrafalario, con la singularidad de una persona que se sale de madre. Con la proliferación de los sucesos virales, mimados por algunos medios, las respectivas audiencias se despreocupan de los tejemanejes de los mandamases. El procedimiento equivale a la antigua exhibición en las ferias de pequeños monstruos y rarezas: la oveja con cinco patas o la mujer barbuda. Hay más dispositivos actuales para entretener a la población: loterías, apuestas, espectáculos deportivos o televisivos, noticias sobre crímenes, viajes a países exóticos, entre otras extravagancias. Es la vieja fórmula del panem et circenses, con la que el imperio romano mantenía el orden.

En el entretanto, la política española (lejos de ser lo que interesa a la polis, al pueblo), se convierte en el puerto de arrebatacapas, al menos por lo que respecta a los partidos que han gobernado hasta ahora. Ellos se dicen partidos de Estado, una autocalificación presuntuosa. El PSOE se aferra con uñas y dientes al poder para repartir subvenciones a sus afines y, así, sobrevivir en las alturas. Ahora, además, esa operación dadivosa se alimenta de los famosos "fondos europeos", una nueva fuente de corrupción.

El PP anda encenagado con sus guerras intestinas. Nada menos que al presidente Casado le cercan dos obsesiones concatenadas. La primera y a más largo plazo le supone el pánico de que Vox fagocite al PP. Entre tanto, cunde el temor de que los equipos de Ayuso se hagan con la dirección regional y, luego, nacional del partido. En conclusión, Casado ve peligrar su carrera política, y el hombre no tiene otra. Ya es triste, pues no ha llegado a las mieles del Gobierno de la nación. "Aciago se presentaba el reinado de Witiza", como decían los cronicones de antaño.

En la pavura de Casado para librarse de Ayuso y de Vox se detecta el síndrome del cretino, tan admirablemente descrito por el historiador italiano Carlo Maria Cipolla. A saber, hay veces en que un individuo celoso de su rival trata de hacerle daño, pero se manca él mismo. Es un efecto que todos hemos sentido alguna vez en nuestra vida cotidiana. Lo malo es que tardamos en reconocerlo. El resultado para el PP no se hará un suceso viral, aunque supondrá, a la larga, la inmolación del partido. Empero, es algo que está escrito y, por tanto, no podrá sorprender a nadie, fuera de Casado y sus conmilitones. Representa un episodio más de la conocida sucesión de las elites, por decirlo finamente. Si acaso, supone un triunfo pírrico del PSOE, el partido secular que ha llegado a su término, paradójicamente, en el momento en que ha conseguido machacar al PP. En definitiva, por hache o por be, los dos grandes partidos de la Transición se hallan en trance de autosuicidio.

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