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EDITORIAL

La guerra de Podemos

Yolanda Díaz se ha desmarcado de la línea oficial que decide el clan de Galapagar por una cuestión estratégica, no por convicción democrática.

La invasión de Ucrania por parte de Rusia y la respuesta coordinada que están ofreciendo los países de la Unión Europea han desatado una batalla interna entre las filas del movimiento ultraizquierdista que Sánchez incorporó a su Gobierno para vergüenza de la inmensa mayoría de españoles. El propio Sánchez dio pie a este último sainete cuando aseguró en una entrevista televisada que España no enviaría material militar a Ucrania, para desdecirse dos días después y colaborar con el esfuerzo bélico de los ucranianos como está haciendo el resto de nuestros socios europeos.

Este giro diametral, tan habitual en el sanchismo, ha provocado graves heridas en el seno de la coalición ultraizquierdista liderada por Podemos hasta desembocar en una guerra abierta contra la vicepresidenta podemita, Yolanda Díaz, por su apoyo sin fisuras a esta última pirueta política de Sánchez.

Díaz, secundada por los ministros comunistas Garzón y Subirats, respalda la decisión de armar a los ucranianos, mientras Belarra y Montero defienden "cueste lo que cueste" a Vladimir Putin al dictado de Pablo Iglesias, responsable de orquestar desde los medios toda una operación de desgaste contra Yolanda Díaz a pesar de que estaba llamada a liderar el movimiento ultraizquierdista de cara al próximo ciclo electoral. Llama la atención la virulencia de los ataques del clan de Galapagar contra Díaz y sus dos ministros afines que, dada la falta de escrúpulos de unos y otros, tiene todos los visos de acabar desembocando en una ruptura abierta a no mucho tardar.

Yolanda Díaz se ha desmarcado de la línea oficial que decide el clan de Galapagar por una cuestión estratégica, no por convicción democrática, puesto que es tan comunista (cuando no más) que el resto de ministros podemitas. Asistimos, pues, a los prolegómenos de una batalla sin cuartel entre comunistas, que tendrá este próximo 8 de marzo un nuevo episodio elocuente con el boicot preparado a Yolanda Díaz en el marco de las marchas ultrafeministas.

Sea como fuere, lo cierto es que Sánchez continúa con sus bandazos en asuntos tan serios como la política exterior, una cuestión de Estado que no puede quedar al albur de las ocurrencias del día a día, al frente de un Gobierno integrado por comunistas que, además, se atacan unos a otros para estupor del resto de Europa. No es casual la irrelevancia de Sánchez en un asunto tan crucial, al que nadie llama para consultar ni, mucho menos, para facilitarle datos relevantes dado que preside, orgulloso, un Consejo de Ministros trufado de agitadores pro Putin que han desatado entre ellos una guerra sin cuartel.

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