
"¿Estamos ante la III Guerra Mundial?". Así arrancó Ferreras su entrevista a Pedro Sánchez en el especial informativo de La Sexta, dedicado a desentrañar las claves del conflicto ucraniano y la manera –sin duda brillante– en que el Gobierno de España está maniobrando en este complejo escenario mundial.
Sánchez aseguró que no habrá III Guerra Mundial y el primer impulso es salir corriendo con lo puesto, pero ¿a dónde? Porque si se cumple la Ley de Hierro del sanchismo, según la cual siempre ocurre lo contrario de lo que anuncia Pedro Sánchez, no hay lugar a donde ir, dado que nos encontraremos inmersos en una conflagración a escala planetaria. Hay que confiar en que, esta vez sí, el presidente acierte para tranquilidad de todos, aunque los antecedentes son para poner los pelos de punta.
Ferreras insistió mucho, tal vez demasiado, en el tema de la guerra mundial para dotar a la entrevista de un cierto grado de dramatismo. Ocurre que su insistencia sobre una cuestión acerca de cual la opinión del entrevistado es irrelevante quedó algo ridícula, aunque mucho menos que cuando Ferreras se adentró en los arcanos de la ciencia económica y, por ejemplo, preguntó al presidente del Gobierno por la "inflacción" –la burrada es tan intensa que he tenido que obligar al corrector de texto tres veces a escribirla así–.
La inflación –qué cosas pregunta usted, Ferreras–, es culpa de Putin. Como la subida del precio de la energía. Es cierto que ambos índices se desataron a comienzos de 2021 y batieron records a finales del año pasado, cuando Putin todavía no había invadido Ucrania. Pero Sánchez asegura que el tirano ruso llevaba muchos meses maniobrando entre bambalinas para castigar a los españoles con esta subida estratosférica del coste de la vida, una agresión ante la cual, ni siquiera un Gobierno tan eficaz como el de Sánchez ha podido dar una respuesta efectiva.
Pero lo más relevante de la entrevista de Ferreras fue comprobar que Pedro Sánchez se nos ha hecho belicista. De proponer hace ocho años la desaparición del Ministerio de Defensa ha pasado a reivindicar su necesidad y, más aún, a proponer un aumento sustancial de su presupuesto para cumplir con nuestros compromisos con la OTAN y la UE. Sánchez apuesta por la guerra como buen imperialista, aunque eso le provoque serios quebraderos de cabeza con las ministras de Pablo Iglesias, que andan revueltas con el tema y amenazan con todo tipo de acciones menos la de dimitir.
Sánchez quiere ser un señorito de la guerra y eso es algo que sus socios no le van a permitir, lo que sin duda pone en crisis otra de sus afirmaciones taxativas: "No adelantaré las elecciones". O sea, habrá elecciones antes de final de año y Sánchez acudirá a ellas defendiendo la guerra contra Putin. Mientras tanto, hagan acopio de comida no perecedera, que también dijo que su Gobierno va a garantizar el suministro alimentario. Ahí es cuando noté que Ferreras comenzaba a estar preocupado de verdad.
