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Antonio Robles

Del 3% a la conspiración de Puigdemont con Putin

En Europa ha enseñado su cara más tóxica con lo peor del nacionalismo sanguinario.

Gabriel Rufián, en el Congreso. | EFE

Ayer la radio del Conde de Godó, RAC 1, dedicó una hora larga de masaje para blanquear a Josep Lluís Alay, jefe de gabinete de Puigdemont y ejecutor del complot con la Rusia de Putin para desestabilizar España. La apariencia de entrevista y la tertulia de apoyo definen el alma mercenaria que ha infectado por completo el periodismo en Cataluña.

La llamada a rebato del independentismo convergente la había provocado el día anterior una declaración de Rufián como portavoz en el Congreso de ERC acusando a Puigdemont y a su corte de JxCat de pasearse por Europa como señoritos conspirando con sátrapas. Sus palabras cayeron como un misil ruso en el corazón del independentismo. La información ahora no se limitaba a la dada por el ex responsable de relaciones internacionales de Convèrgencia, Víctor Tarradellas, en 2017, según la cual el Kremlin se habría comprometido a mandar 10.000 soldados y asumir toda la deuda de Cataluña si el independentismo catalán se decidía a declarar la independencia. Rufián se acababa de hacer eco de los contactos, nombres, fechas, lugares y planes publicados por El Confidencial y El Periódico, que el jefe de Gabinete y mano derecha de Puigdemont, Josep Lluís Alay, y su abogado Gonzalo Boye, habrían mantenido en plenos disturbios de la Barcelona del 2019 y posteriores con espías del entorno de Putin. Ahora lo niegan, pero en pleno procés fardaban de ello.

Inmediatamente, el indultado secretario general de JxCat Jordi Sánchez le saltó a la yugular: "Es imposible ser más miserable. Y es indiscutible que quien habla así se convierte de hecho en portavoz oficial de las cloacas del Estado y la burbuja de la derecha mediática". Ai les clavegueres de l’Estat! La murga habitual reservada a cualquier que revele sus vergüenzas, ahora contra uno de los suyos.

En la entrevista con Jordi Basté, Josep Lluís Alay se sumaba a la llamada a rebato: "Si un miembro del independentismo está dando verosimilitud al relato fantasioso de los servicios secretos españoles, alguien en Europa quizá se lo crea". El cazador cazado.

De tanto mentir a Europa, no pueden soportar que en la UE o en The New York Times tomen conciencia de sus relaciones tóxicas con un sátrapa nacionalista de la peor calaña. Debe de ser duro no poder seguir repartiendo patentes democráticas por el mundo y apareciendo como adalides del diálogo y la paz en medio del baño de sangre de Ucrania.

Y volvió a repetirse el lamentable pasaje del 3%. Rufián, el pendenciero, pidió inmediatamente disculpas a sus colegas indepes de JxCat. Recuerden el antecedente de 2005: "Ustedes tienen un problema, y se llama 3%", le recriminó Pascual Maragall, por entonces presidente de la Generalidad, al jefe de la oposición de CiU, Artur Mas, en el Parlament. Y éste le amenazó con quebrar la legislatura y retirar su apoyo al Estatut en ciernes si no se retractaba. Y Maragall se retractó.

Entonces la omertà a casa nostra estaba en peligro, como en peligro está ahora la cohesión del independentismo y el gobierno de coalición. Con las cosas de comer no se juega.

La cuestión es si la insoportable relación entre ERC y JxCat actual ha llegado a un punto de no retorno o si los intereses comunes independentistas aún son más fuertes que sus desavenencias ideológicas.

Decía el expresidente Tarradellas que cuando iban bien las cosas entre catalanistas se mostraban encantadores, pero cuando iban mal se comportaban como lobos hambrientos. Y van muy mal, el independentismo ha colapsado. Ha roto la cohesión social de Cataluña, y en Europa ha enseñado su cara más tóxica con lo peor del nacionalismo sanguinario. Y de eso se quiere apartar ERC para salvar sus propios muebles.

Sería bueno recordar que cuando el bandolerismo se ha apoderado de las instituciones, o los chiflados son un peligro para el resto de ciudadanos, el Código Penal es un recurso democrático y eficaz para recobrar la cordura entera de la sociedad. Véase su artículo 592, capítulo II, apartado 1.

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