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Sánchez y el 'corralito' energético que se avecina

Frente a los bandazos del Ejecutivo socialpodemita, el presidente popular propone medidas sensatas, contra las que es difícil encontrar argumentos.

Frente a los bandazos del Ejecutivo socialpodemita, el presidente popular propone medidas sensatas, contra las que es difícil encontrar argumentos.
Pedro Sánchez en el Congreso | EFE

La invasión rusa de Ucrania ha hecho saltar por los aires el sistema energético de la UE, dependiente en exceso del gas ruso como consecuencia de las nefastas políticas medioambientales instauradas en Europa en las últimas décadas. Los propios burócratas de Bruselas pretenden dar marcha atrás a estas imposiciones aberrantes que han convertido al continente en dependiente de los suministros de energía del exterior, pero la transición para incorporar nuevamente a nuestro pool energético fuentes como la nuclear es un proceso de años que no va a servir para lidiar con las dificultades del momento.

La situación es tan grave que la Comisión Europea ya ha presentado un severo plan de contingencia para reducir en un 15% el consumo de gas en los próximos meses, una medida inevitable por la duración de la guerra de Ucrania y las amenazas de Putin de cerrar el suministro de gas ruso a Centroeuropa. Como toda medida sensata, el plan de contingencia de la UE ha contado con la firme oposición de Sánchez. La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, fue la encargada de verbalizar esta oposición del Gobierno socialcomunista al racionamiento energético afirmando que España "ha hecho los deberes", en referencia a nuestras reservas de gas que nos hacen menos dependientes de Moscú. Sin embargo, el plan de contingencia establece precisamente que los países con más reservas tendrán que compartirlas con los socios que atraviesen dificultades este invierno, lo que nos interpela directamente y convierte en irrelevante el argumento con el que Ribera y su jefe andan estos días sacando pecho.

Como aseguraba ayer Alberto Núñez Feijóo, "no sabemos cuál es la posición del Gobierno de España más allá de alguna declaración de la ministra", lo que da una idea del nivel de improvisación del equipo de Sánchez en un asunto tan crucial. Frente a los bandazos del Ejecutivo socialpodemita, el presidente popular propone "utilizar todas las fuentes energéticas posibles, incluyendo las centrales térmicas de carbón como están haciendo los alemanes, o ampliar la vida útil de las centrales nucleares como energías de respaldo ante eventualidades de cortes de suministro".

Las medidas son de tal sensatez que difícilmente se pueden encontrar argumentos en su contra. De hecho, todos los países europeos están llevando a cabo un giro de su política energética en consonancia con esos principios básicos enumerados por Feijóo. Pero el abandono a medio plazo de la política suicida que nos ha llevado a esta situación no va a librar a Europa del riesgo de un corralito energético, como ya prevén las autoridades europeas para este invierno.

Tienen razón las industrias españolas más intensivas en dar la voz de alarma ante una situación que puede encarecer aún más sus costes de producción en los próximos meses. Pero la solución no es protestar ante Bruselas, una posición inútil por cuanto bastará el acuerdo de tres países miembros para hacer obligatorio el citado plan de contingencia. En su lugar, el Gobierno debería rebajar los costes impositivos de la energía, propiciar la explotación de reservas en nuestro territorio y no enemistarse con los países que, como Argelia, suponen la mejor alternativa al gas ruso. Justo lo contrario de lo que está haciendo Sánchez desde que llegó al poder.

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