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Balas de hielo

Los cambios impuestos por Pedro Sánchez a un PSOE sometido son balas que van a seguir helándonos la sangre.

Los cambios impuestos por Pedro Sánchez a un PSOE sometido son balas que van a seguir helándonos la sangre.
Patxi López | Europa Press

En la democracia española, guste más o menos, es indudable que no existe la pena de muerte que fue abolida por la Constitución de 1978. Pero ETA la siguió aplicando sin juicio previo y sin más criterio que su decisión de matar indiscriminadamente hasta el año 2010. He leído con amargura el artículo de Mikel Buesa sobre el asesinato de su hermano, el socialista Fernando Buesa, cuyo sicario ha sido beneficiado por un acercamiento a su casa. También he repasado la histórica carta que Pilar Ruiz Albisu, madre de Joseba y Mayte Pagazaurtundúa le escribió en 2005 al "traidor", así le califica, Patxi López.

"Ay, Patxi, ya sé que no me enseñarás los lugares donde estuve refugiada. Tú me dijiste que mi vida había sido triste. Fui una refugiada de guerra miserablemente pobre, crecí como la hija de un rojo represaliado, no pude votar hasta los cuarenta y cuatro años. Y después vino el calvario de nueve años de ver sufrir a mi hijo, que veía llegar su propio asesinato. Se jugó la vida por defender la libertad, no por lo que parece que viene de vuestra mano, eso que pomposamente se anuncia como un proceso de Paz".

Y luego profetizó lo que iba a venir: "Harás muchas más cosas que me helarán la sangre". Y en efecto, nos la han helado y nos la siguen helando al diseñar el futuro de España de la mano de quienes ejecutaron al margen de toda ley y de toda nobleza (sin defensa posible) a 853 personas , 22 de ellas niños, tras 3.500 atentados con más de 7.000 víctimas. De los 853 asesinatos hay todavía 379 sin resolver en las cunetas de la justicia española. Fue con esta gente con la que el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero comenzó el "proceso de paz" que sustituía las balas de plomo por las balas de hielo, que penetran en las cabezas y hielan la sangre de muchos españoles y las víctimas.

Las balas de hielo fueron un procedimiento de la literatura policial para matar en lugares cerrados. Desde Borges a Dan Brown, esas balas de hielo mataban, pero hacían casi imposible averiguar cómo. Desestimadas las armas de hielo por ineficaces o caras, a Pedro Sánchez se le ha ocurrido poner en marcha una lluvia de balas de hielo capaces de helar la sangre de los españoles y causarles una amnesia histórica miserable.

De momento, su nombramiento, porque ha sido suyo como él mismo recordó una vez, del nuevo Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz, ha tenido como primera consecuencia un balazo de hielo contra la memoria de Miguel Ángel Blanco, ordenando la prescripción de los delitos de sus asesinos. Y, cómo no, la designación del propio Patxi López como portavoz del PSOE en el Congreso es otro proyectil de hielo para una mayoría de demócratas españoles y para las familias de los socialistas que murieron defendiendo la democracia frente a los criminales de ETA.

Como desde 1931 y, muy especialmente desde 1934 y 1936, el PSOE –con la excepción, aunque parcial, quiero creer porque no estoy seguro, de la dirección de Felipe González y Alfonso Guerra—, siempre prefirió la alianza con los enemigos separatistas de la unidad nacional y los aspirantes a exterminadores de la otra España que no les gustaba, a la aceptación sincera de la convivencia y el respeto a las leyes y reglas que la democracia exige.

Muy claramente desde 2004, tras un oportuno atentado inexplicado que provocó el cambio de gobierno, la opción de aglutinar a etarras, separatistas, comunistas con la parte que manda en el PSOE está siendo utilizada para impedir la presencia política y la existencia de la otra España, que ya es más de media.

Esa es la utilidad de las balas de hielo que aturden la sangre y escarchan la memoria y el sentido, como Pilar Ruiz Albisu, Mikel Buesa, Daniel Portero, Enrique Múgica, entre tantos otros, y todo el PP, todo Vox y lo que queda de Ciudadanos denunciaron y denuncian. Pero a Pedro Sánchez y a su PSOE colonizado no les importa que se nos hiele la sangre. Al contrario, ese es el plan para mantenerse en el poder sin ninguna otra consideración. Tampoco la de la madre de los Pagazaurtundúa: "Porque, Patxi , ahora veo que, efectivamente, has puesto en un lado de la balanza la vida y la dignidad, y en el otro el poder y el interés del partido".

Los cambios impuestos por Pedro Sánchez a un PSOE sometido son balas que van a seguir helándonos la sangre porque ese es el camino deseado por él y su casta dirigente, camino que espero conduzca a la perdición total de un partido que no merece otro destino que desaparecer, como en Francia o Italia.

Cantó Lope de Vega:

¡Lástima es ver entapizado el suelo
de rotas verdes hojas
entre balas de hielo!

Sí, es una lástima, pero hay mucha sangre caliente en España.

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