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Carmelo Jordá

Bolivarianos contra Felipe VI

Los mismos que han renegado y reniegan de todos los símbolos que les son propios se extasíen ante aquellos que, como mínimo, deberían darles igual

Felipe VI en la ceremonia de investidura de Gustavo Petro. | EFE

Creo que ya he escrito alguna vez que resulta muy complicado decidir si lo peor de esta izquierda que nos ha tocado en suerte es su maldad o, por el contrario, aún resulta más dañina su profunda ignorancia que, además, está bañada en soberbia: hablan de todo pero no saben absolutamente de nada y así entran en todos los temas como elefante en cacharrería.

Viene esto a cuento, claro, de la que han montado podemitas y alrededores por la cuestión del Rey y la espada de Bolívar. Cuánto bolivariano de tres al cuarto nos hemos encontrado en sólo unas horas.

Sinceramente, les tengo que decir que a mí me es indiferente que el Rey se levante o se deje de levantar. Si ha decido quedarse sentado porque le ha parecido oportuno hacer ese gesto ante un símbolo que es esencialmente antiespañol, perfecto; si ha decidido levantarse porque ha pensado que lo contrario sería una falta de respeto ante sus anfitriones, pues bien también, Felipe VI es un profesional excepcional y su criterio en cualquier situación de ese tipo es sin duda mucho más correcto que el mío y no digamos que el de la bataola podemita.

Sí me llama la atención que los mismos que han renegado y reniegan de todos los símbolos que les son propios se extasíen ante aquellos que, como mínimo, deberían darles igual: tiene bemoles que los que llamaban al himno de su país "cutre pachanga fachosa", los que dicen que su bandera es "un trozo de tela", los que sin ir más lejos llaman a su Rey "ciudadano Borbón", ahora resulta que tiemblan de emoción y piden todo el respeto al paso de una espada. Vivir para ver.

Mienten, obviamente, pero lo esencial de este asunto tampoco es que la izquierda mienta, que es lo que hace siempre, lo fundamental el motivo por el que lo hacen: atacar a uno de los símbolos que más les molesta, a una de las pocas barreras que les separa de arrasar con lo que nos queda de democracia, que por cierto cada día es menos.

Lo que está en su punto de mira no es el Rey, es lo que significa y para lo que sirve, no es Felipe VI, son nuestras libertades.

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