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Pedro de Tena

Como si fueran un referéndum

¿Qué clase de justicia se vive en España cuando los políticos anulan interesadamente las decisiones del Tribunal Supremo?

¿Qué clase de justicia se vive en España cuando los políticos anulan interesadamente las decisiones del Tribunal Supremo?
Manuel Chaves y José Antonio Griñán entrando al juicio de los ERE. | Europa Press

Así tienen que ser las próximas elecciones generales, cuando sean. Al margen del concepto constitucional de tal consulta, un referéndum es el procedimiento por el que se someten a votación o consulta decisiones políticas de envergadura. Por eso, afirmo que las próximas elecciones generales, cuando las haya que espero que así sea, deben ser asumidas por los ciudadanos españoles como un referéndum sobre la continuidad de España y de la democracia ya en clarísimo peligro demostrado tras los años de gobierno de Pedro Sánchez.

Pulse en este enlace. Vea y escuche tranquilo. Le pregunta el famoso presentador a Pedro Sánchez que qué sentido tiene que un político indulte a otro. Y dice textualmente el ahora presidente del gobierno: "Ninguno, absolutamente ninguno. Yo siento vergüenza de eso." Con toda la cara mentía y miente tras haber indultado a un nutrido grupo de golpistas separatistas catalanes, que, oigan, ¿no son políticos? Sin embargo, el escandalazo se ha formado con el probable indulto de José Antonio Griñán, y, de seguir los dictados de Javier Pérez Royo, de Manuel Chaves. Los demás condenados no importan, al parecer. Y fíjense, me acuerdo, cómo no, de Rosalía Iglesias, la esposa de Luis Bárcenas, y de muchos otros ¿Por qué será? ¿Qué clase de justicia se vive en España cuando los políticos anulan interesadamente las decisiones del Tribunal Supremo?

Estamos ante un mentiroso, un sectario y un desalmado como hacía tiempo – desde su antecesor Zapatero – no se sufría en España. Y pronto tendremos al personaje dueño casi absoluto del poder judicial con el Tribunal Supremo depurado, tras ser desprestigiado, y el Tribunal Constitucional controlado por una toga ensuciada por el polvo del camino. Será entonces el momento de obrar el prodigio de desdemocratizar España sin tocar un punto ni una coma de la Constitución, declarando constitucionales leyes que la destruyen. Ya lo hizo Felipe González, con Rumasa y el poder judicial. Lo hizo Zapatero con su ley de violencia de género y la memoria histórica, por ejemplo. Y ahora, profetizo, lo harán para hacer posible que España sea una nación de naciones con consultas populares legales para poder terminar con su integridad tradicional.

El "Gatopardo" de Lampedusa se equivocó en su famoso aserto. "Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie". Es lo que hizo el PSOE desde 1982, muy especialmente en Andalucía. Durante 36 años simularon toda clase de cambios y comportamientos, delictivos claramente algunos, y lograron que nuestro Sur no cambiara de posición en los últimos lugares de bienestar de España y Europa. Pero lo que hicieron mejor fue no cambiar nada de la Constitución, para cambiarla esencialmente desde leyes ad hoc.

El enchufismo generalizado en la Junta de Andalucía fue consagrado por una sentencia del Tribunal Constitucional, a pesar de que el artículo 23.2 de la Constitución Española dice: "2. Asimismo, (los ciudadanos) tienen derecho a acceder en condiciones de igualdad a las funciones y cargos públicos, con los requisitos que señalen las Leyes."

Pero el alto Tribunal, presidido entonces por un preclaro socialista, sentenció (302/1993, de 22 de octubre) que, a pesar de que las oposiciones convocadas por la Junta fueron restringidas y sin garantía alguna de igualdad, debían ser consideradas de "carácter excepcional" y "que, por una sola vez, ha de coexistir con el común de la convocatoria libre (procedimiento que, en lo sucesivo, habrá de utilizar la administración autonómica a fin de permitir el libre acceso de quienes no mantienen con ella relación alguna)".

O sea, tós los colocados a dedo pá dentro. No cambiar nada para cambiarlo todo. Golpismo de guante blanco de quienes ni antes ni ahora han respetado ni respetarán una democracia en la que no creen, salvo metamorfosis inesperada e improbable.

Y ahora lo del indulto a Chaves y Griñán y a los demás condenados socialistas. Y lo de la inflación ladrona. Y lo del acercamiento de etarras o su tercer grado a pesar de haber asesinado a españoles. Y lo de la imprevisión, o capricho o rendición, energética, hidráulica, laboral, climática, de género, etc. ¿Cuántas naciones somos? Siete según el bailón histérico y ministro. Nueve según otros socialistas históricos. Cada día se saca nuestro "largo caballero" un decreto - ¿cuántos lleva? - para castigar a la España real, a sus asalariados, a sus autónomos, a su clase media.

Por eso, me reafirmo en que las próximas elecciones generales, cuando sean si es que son, la España que queda en pie debería considerarlas como si fueran un referéndum sobre la continuidad de la Transición, de la democracia constitucional y de la nación. Haría falta que PP, Vox y Cs sacaran entre todos ellos más del 50 por ciento de los votos y una más que holgada mayoría absoluta. Pero el PP mansea, Vox cojea y Cs espera la puntilla en los corrales. O sea, podemos empeorar, salvo que san Bismarck estuviera en lo cierto, lo dijera verdaderamente o no. Muros tan altos de otras patrias ya se desmoronaron.

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