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Emilio Campmany

Escrivá, ministro de Franco

tiene razón Escrivá cuando se queja de que lo grave no es que los impuestos se suban o se bajen, sino que unos puedan hacer una cosa y otros, otra.

tiene razón Escrivá cuando se queja de que lo grave no es que los impuestos se suban o se bajen, sino que unos puedan hacer una cosa y otros, otra.
José Luis Escrivá, durante la sesión de control al Gobierno en el Senado. | EFE

Andalucía sigue la senda fiscal de Madrid. Y naturalmente ha pasado lo que cabía esperar, que a Bonilla le ha caído el chorreo socialista habitual, que el PP protege a los ricos y desampara a los pobres. No hay más que ver cómo está Madrid, donde unos pocos potentados viven como dios, rodeados de miseria y pobreza, para darse cuenta de cuánta razón tiene Isabel Rodríguez cuando critica las políticas fiscales del PP. Olvida la ministra a sabiendas que la riqueza que genera la moderación impositiva es para todos y no sólo para los más ricos. Andalucía recaudó 120 millones por impuesto de patrimonio, una suma que a Griñán no le duraría ni tres meses de ERE fraudulentos. A cambio de esta cantidad, Andalucía recaudará mucho más por la riqueza que la supresión del impuesto atraerá.

Pero, tiene razón Escrivá cuando se queja de que lo grave no es que los impuestos se suban o se bajen, sino que unos puedan hacer una cosa y otros, otra. Los españoles deberíamos ser iguales ante la ley y pagar los mismos impuestos todos. Pero, como se cedieron a las comunidades autónomas la gestión de algunos y la fijación de parte de otros por darle competencias fiscales a Cataluña, ha resultado que unos, socialistas y nacionalistas, los suben y otros, los del PP, los bajan. Eso hace que las comunidades donde se bajan se enriquezcan, en beneficio de todos sus ciudadanos, y que otras se empobrezcan, en perjuicio también de todos. A los nacionalistas catalanes les da igual. Al contrario, quieren que Cataluña sea cada vez más pobre para poder echarle la culpa al hecho de formar parte de España. Pero a los socialistas no les da lo mismo porque la pobreza que genera su forma de gobernar termina por contrastar con la riqueza que produce la del PP y eso a la larga les hace perder votos, cada vez más.

Por eso se proclaman franquistas y ansían volver al Estado centralista renegando de su vieja vocación autonomista. ¿No querían autonomía? Pues toma tres tazas. Así que a José Luis Escrivá le hubiera gustado ser ministro de Franco. Y a Ximo Puig cargarse el Estado de las autonomías y reconvertirse en gobernador civil de Valencia.

Pero, como no quería el valenciano reconocer que la riqueza de Madrid era consecuencia de las rebajas fiscales, se inventó que era un efecto de la capitalidad y de la "economía de aglomeración" (sic.) que practican alevosamente los dirigentes madrileños. Y propuso que Madrid compensara al resto de comunidades por su riqueza. Olvidó que Madrid es desde hace mucho tiempo la capital de España y lleva también mucho tiempo "aglomerada" y nunca fue especialmente rica en comparación con otras regiones de España. Cuando Andalucía aumente su renta per cápita gracias a las políticas fiscales del PP, Ximo Puig lo atribuirá al efecto Gibraltar, a la internacionalización del flamenco o a la renta climática. Y tratará de que le pague alguna compensación si es que todavía gobierna en Valencia, que lo más probable es que no.

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