
Tres preguntas a los consejos médicos
¿Podemos establecer protocolos clínicos solventes acerca de los complejos equilibrios hormonales humanos?
¿Sabemos hormonar de manera exacta y correcta a personas adolescentes que no han llegado al equilibrio endocrino?
¿Podemos garantizar la reversibilidad de la terapia hormonal en personas arrepentidas de su decisión adolescente cuando hayan llegado a la madurez?
La determinación del sexo
Hace años, cuando los programas de estudios se ocupaban más de los contenidos científicos que de los ideológicos, cualquier estudiante adolescente conocía, al menos de manera elemental, los mecanismos de determinación del sexo en la especie humana.
Todos sabían que los caracteres sexuales primarios, es decir la formación en el embrión de gónadas masculinas (testículos), o femeninas (ovarios), viene determinada por un par de cromosomas especiales entre los 23 de que consta la dotación cromosómica humana. Para referirse a ellos se usa la notación X e Y. El tipo cromosómico masculino es XY y el femenino XX. Así de sencillo.
Desde el punto de vista primario el sexo no es en modo alguno un "constructo social", sino una determinación cromosómica. Lo entendería cualquiera que no fuera un fanático con la objetividad nublada.
Bien es verdad que existe una sexualidad secundaria, dada por las hormonas (no solo las sexuales); e incluso una "sexualidad terciaria" determinada por la interacción entre los mensajes biológicos cromosómicos y hormonales, y los de tipo conceptual y conductual marcados, de manera más o menos objetiva por las tendencias psicológicas dependientes del sistema nervioso.
Las hormonas y sus interacciones
Las hormonas son sustancias químicas producidas por el propio organismo que actúan como mensajeros capaces de modificar y regular diversas funciones orgánicas; se definen como "biocatalizadores endógenos de acción regulatoria inespecífica". Esta definición merece ser estudiada de manera minuciosa.
"Endógeno" se refiere a que son fabricadas por el propio organismo, al contrario que las vitaminas, que también son biocatalizadores pero hay que tomarlas con los alimentos.
Vamos a detenernos en el carácter inespecífico de las hormonas: cada una de estas sustancias puede actuar sobre varios procesos diferentes; además las diversas hormonas de un organismo interaccionan entre sí, de manera que algunas activan otras o bien las frenan en sus acciones.
Estudiar las hormonas no supone únicamente establecer una relación sistemática de las que produce cada ser, sino valorar sus interacciones e interferencias como un sistema: el complejo sistema endocrino.
Existe una coordinación general entre los diferentes componentes del sistema endocrino: se trata de un pequeño "saquito" colgante de la base del cerebro, se llama hipófisis, o cuerpo pituitario", y suele considerarse como un "cerebro endocrino", por su capacidad de regular la producción de la restantes hormonas. La hipófisis es un órgano coordinador de los mensajes hormonales, como el cerebro lo es de los mensajes nerviosos.
Mensajes hormonales y mensajes nerviosos son las dos formas de coordinación general de que dispone un organismo. Para complicar la ya compleja cuestión, añadiremos que existen interacciones entre ambos tipos de mensajes: los químicos hormonales y los nerviosos, o lo que es igual, entre componentes hormonales y comportamiento.
La casuística de las redes de influencia entre diferentes hormonas es muy compleja, aunque algunos ejemplos resulten muy fáciles de entender, como los relacionados con el crecimiento: gigantismo cuando funciona en exceso la hormona del crecimiento (SH) producida por la hipófisis: enanismo condrodistrófico (acondroplastia), cuando tal hormona es deficitaria.
Sin profundizar más en la casuística hormonal vamos a centrarnos en las hormonas relacionadas con la sexualidad y en particular con la sexualidad humana, es decir, con aquellas hormonas con las que se pretende jugar, incluso en personas adolescentes.
Hay que considerar en primer lugar las llamadas hormonas sexuales: se trata de sustancias químicas de tipo esteroide diferenciadas en dos tipos, masculinos y femeninos. Las hormonas femeninas se dividen a su vez en dos grupos, los estrógenos, determinantes de la explosión de los ciclos ovulatorios femeninos, y los gestágenos, responsables de mecanismos tan complejos como la gestación del embrión y el feto.
No solo son las hormonas sexuales los mensajeros de los ciclos reproductores y de la conducta determinada por la sexualidad masculina y femenina. Resulta interesantísima la interacción entre tales hormonas, que son producidas por las glándulas sexuales, masculinas (testículos) y femeninas (estrógenos y gestágenos), y otras, bastante menos conocidas desde el punto de vista médico, las producidas por la parte superficial de un par de pequeñas glándulas situadas sobre los riñones: las cápsulas suprarrenales o adrenes.
Los adrenes constan de dos partes bien diferenciadas llamadas corteza y médula. La médula tiene origen nervioso (se trata de un par de ganglios emigrados a posición suprarrenal); produce la adrenalina, hormona de la emoción, encargada de poner al organismo en acción ante el aviso de un peligro.
Vamos a ocuparnos de la corteza, parte sin procedencia nerviosa que produce un conjunto de hormonas llamadas corticoides. Sus efectos médicos son muy variados y algunos ni siquiera suficientemente conocidos. Tales efectos se podrían clasificar en varios grupos; algunos regulan el metabolismo de los iones minerales, otros complementan la acción del páncreas sobre el metabolismo del azúcar, otros regulan la proporción de agua (todos sabemos que la ingestión de corticoides parece aumentar el volumen de los tejidos humanos con la consecuente subida del peso).
Pro hay un efecto más, y menos conocido, de los corticoides: por su parecido químico con las hormonas sexuales, influyen en la acción de las mismas. Son las determinantes de lo que podemos llamar presexualidad infantil determinante de las diferencias, no tan pequeñas en la especia humana, que pueden observarse entre niños y niñas, y que tratan de ignorar quienes preconizan los juguetes "no sexistas", por no poner más que un ejemplo.
De la complejidad de los procesos hormonales y de sus acciones recíprocas no hemos tratado más que de ofrecer algunas muestras, pero desde luego sus efectos forman parte de los mecanismos que ocasionan en personas inmaduras las llamadas "disforias sexuales", es decir las dudas sobre la identidad sexual e incluso el rechazo a la misma, que se producen y producirán toda la vida en el complicado momento de la adolescencia.
Tratar de solucionar tales problemas mediante la simple administración de hormonas es sin duda una vía rápida, pero ¿es la mejor? ¿la única posible? ¿o la más correcta? En la respuesta a tales preguntas nos estamos jugando no ya la correcta incorporación social de niños y adolescentes de ambos sexos, sino hasta su propia felicidad. No olvidemos que la disforia sexual mal tutelada por padres, profesores o médicos es una de las principales causas de suicidio entre los adolescentes.
Todo lo que venimos exponiendo justifica las preguntas a los colectivos médicos con las que encabezábamos el artículo. Sabemos que existen discrepancias, no solo científicas, sino también de corte político. Necesitamos ciencia y mucha sensibilidad y apoyo por parte de los profesionales de la psicología, medicina y sociología para evitar que una disforia sexual pasajera se convierta en un verdadero drama, o que una disforia de la que el adolescente se arrepienta al madurar tenga carácter irreversible.
Ante la complejidad de este tema parecen desaforadas las prisas y exigencias con que se trata por la Sra. Ministra de Igualdad la tramitación de la Ley Trans. ¿Hemos escuchado suficientemente a los colectivos implicados? ¿No parece trufada de ideología tanta premura en la exigencia de aprobación?
¿No estaremos defraudando la esperanza de tutela familiar, médica y social de las personas inmaduras que deben ser especial objeto de preocupación para cualquier adulto responsable, especialmente de los excluidos padres, máximos responsables con perdón de la Sra. Celaá?
Por nuestra parte prometemos seguir ocupándonos del tema, precisamente para no eludir la obligación de tutelar a niños y adolescentes. Aunque jubilado, mi profesión y vocación docente imprime carácter.
Miguel del Pino, catedrático de Ciencias Naturales.
