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El Perro de Troya

La obsesión esterilizadora de los ponentes de la Ley de Bienestar Animal amenaza con llevar a la extinción no solo a razas, sino incluso a especies domésticas.

La obsesión esterilizadora de los ponentes de la Ley de Bienestar Animal amenaza con llevar a la extinción no solo a razas, sino incluso a especies domésticas.
pastor, perro, animal doméstico | Pixabay/CC/AnjaGh

La Exposición Nacional Canina que se celebra en Madrid los días 10 y 11 de diciembre, dentro de un gran evento dedicado al mundo de las mascotas, anuncia la presencia de ejemplares pertenecientes a más de ciento veinte razas. Mucho tememos que entre estas se haya infiltrado una nueva, hasta ahora desconocida y potencialmente muy peligrosa. La llamaremos "Perro de Troya".

En este gran evento figuran todos los que tiene que estar: veterinarios, criadores, comerciales y patrocinadores; nuestro temor se origina al detectar el espíritu de la demoledora Ley de Bienestar Animal en algunas de las declaraciones de intenciones procedentes de los organizadores, con la Real Canina a la cabeza.

Figura entre ellas la intención de fomentar la "crianza profesional" de perros y este es uno de los caramelos envenenados ocultos en este "Perro de Troya" que se ha infiltrado en el certamen.

El apoyo al bienestar animal y la lucha contra el abandono son otros de los sellos de garantía que adornan los objetivos de este acontecimiento canino. Tras lo demasiado obvio e indiscutible, asoma el fantasma de la destrucción del entrañable mundo de los animales domésticos propuesto por los ideólogos de Podemos, en su mayoría carentes de cualificación científica y proteccionista.

La Real Sociedad Canina, y por extensión todas aquellas organizaciones que agrupan a criadores y amantes del mundo de los diferentes animales domésticos, deberían tener bien claro que uno de los objetivos dominantes en las propuestas legales de la ultraizquierda en este terreno es demoler su libertad para decidir el control de la tenencia y reproducción de sus animales.

La obsesión esterilizadora de los ponentes de la Ley de Bienestar Animal amenaza con llevar a la extinción no solo a razas, sino incluso a especies domésticas, todo ello a muy corto plazo; si se obliga a la esterilización de los animales en manos de particulares, volveremos a los criaderos semi-industriales. ¿Es esta la crianza profesional por la que se inclinan las organizaciones recreativas que lanzan con su apoyo piedras contra su propio tejado?

En el caso concreto de la Real Sociedad Canina, su trayectoria, sin duda brillante a lo largo del pasado Siglo XX, su Libro de Orígenes Español (L.O.E) se basaba en el trabajo de los criadores, en su gran mayoría aficionados. En sus comienzos la garantía en cuanto a la veracidad de los datos inscritos se basaba en el honor del criador; en las últimas décadas los chips y el control veterinario fueron aumentando el valor de los pedigrees y las inscripciones.

En definitiva, el Libro de Orígenes Español ha sido un solvente registro de criadores caninos cuya actividad concreta resulta difícil de definir; desde luego dominaba sobre ellas la admiración y el cariño por los animales que criaban y seleccionaban, y así fueron prosperando y mejorando las diferentes razas, entre ellas las españolas.

La crianza profesional era otra cosa; existían criaderos de perros, algunos con garantía en cuanto al control veterinario y la idoneidad de las instalaciones, pero un criadero industrial de perros no pasa de ser una granja especializada en la que no es posible ofrecer a los animales las condiciones de sociabilidad y afecto que requiere un animal social, sensible y altamente troquelado con nuestra especie.

Ante el apoyo implícito que se ofrece oficialmente a la "crianza profesional" cabe plantear algunas preguntas tan elementales como estas:

  • ¿Deben todos los criadores deportivos convertirse en profesionales? ¿Cómo se llevará a cabo tal profesionalización?
  • ¿Queda prohibida de facto la crianza de perros por quien no figure en estas misteriosas listas de profesionales?
  • ¿Hay que esterilizar de manera obligatoria a todo perro viviente "no profesional", incluso contra la opinión del propietario y del veterinario del animal?
  • Todo lo anterior puede resumirse en una pregunta global para los ideólogos de tales leyes: ¿ustedes quiénes creen que son para entrar a saco en el terreno de las libertades personales de los ciudadanos?

Basándose en algo cierto: la necesidad de luchar contra el grave problema del abandono de animales los "legisladores animalistas" desproveen del principio constitucional de la presunción de inocencia a todos los propietarios de mascotas. "Si tiene un animal usted es sospechoso de abandonarlo". Así de absurdo.

Ya fue un error por parte de las asociaciones de criadores de perros negociar el salvamento de los perros de caza respecto a la esterilización. En estos momentos reina la confusión en este sentido.

Vayamos al grano de la cuestión:

  • Hace falta una protección animal de alcance nacional, que agrave las penas por maltrato a los animales y que se muestre inflexible ante el problema del abandono.
  • Hay que potenciar las atribuciones de los veterinarios a la hora de establecer protocolos humanitarios con los animales domésticos, que regulen la eutanasia y que la reduzcan a casos sin solución donde haya que primar la supresión del sufrimiento.
  • Es preciso extremar la trazabilidad basada en la implantación de microchips obligatorios, penalizando la irresponsabilidad de los propietarios que lo obvien.
  • Los veterinarios deben ser apoyados legalmente para que aconsejen a los propietarios y prescriban conductas adecuadas para dueños poco experimentados.

Los demás, es decir las imposiciones de tipo "peluchista" de carácter ideológico que consideran a los animales domésticos como caricaturas humanas, y que pueden llevarlos a la extinción con sus obsesiones esterilizadoras, llega a adentrarse en el terreno del ridículo y atacan a la libertad del individuo en un punto afectivamente muy sensible: las aficiones relacionadas con los animales de compañía.

Antes de tener que decir adiós a tanta gentecilla menuda como perros, gatos, canarios, periquitos o hámsteres que vienen a cubrir vacíos afectivos de muchas personas y a participar en la educación ambiental de los niños, digamos a los animalistas radicales ahora convertidos en legisladores: ¿no estaba "prohibido prohibir" antes de que fueran simplemente progres en lugar de "progres empoderados"?

Miguel del Pino, catedrático de Ciencias Naturales.

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