Menú

La ley Trans contra la ciencia

Los grupos de izquierda se opusieron a la comparecencia de expertos médicos y profesores de psicología y bioética en el Congreso.

Los grupos de izquierda se opusieron a la comparecencia de expertos médicos y profesores de psicología y bioética en el Congreso.
La ministra de Igualdad, Irene Montero.

No solo de pretender silenciar al Tribunal Constitucional vive Pedro Sánchez. También trata de censurar a los que se oponen al proyecto de Ley Trans que impulsa su gobierno, concretamente el ala ultraizquierdista y el feminismo radical. Por eso, los grupos de izquierda se opusieron a la comparecencia de expertos médicos, profesores de psicología y bioética en el Congreso que alertan del peligro, sobre todo para los menores, de una iniciativa legislativa que es ideológica en el peor sentido de la expresión porque subordina la verdad científica y la prudencia ética al activismo social y el delirio antropológico (lo llaman ideología "queer").

El pasado viernes dieron su testimonio en el Congreso diversos profesionales de distintos campos en relación con la denominada "Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI" (de aquí en adelante Ley Trans). Tenían que autorizarlo los grupos parlamentarios, pero ninguna de la izquierda quiso que estos expertos hablaran en el Parlamento. Un Parlamento en el que no se "parla" no es tal, sino un cementerio de zombis que comen de la mano de su amo, el Partido.

Fueron quince los intervinientes, de Isabel Esteva (endocrinóloga y Coordinadora durante más de 20 años de la Unidad de Transexualidad de Andalucía), a Silvia Carrasco (Profesora de Antropología Social de la Universidad Autónoma de Barcelona), pasando por Pablo de Lora (catedrático de Derecho Público y Filosofía Política de la Universidad Autónoma de Madrid) y Jose Errasti (Profesor Titular de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo), autor del libro que reseñamos en Libertad Digital Nadie nace en un cuerpo equivocado. En el canal de la Asociación Amanda pueden ver todas las ponencias.

Destaquemos una de ellas como paradigmática: Celso Arango habló en calidad de ser el Director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental y Jefe del Servicio de Psiquiatría del Niño y el Adolescente del Hospital Gregorio Marañón. Además, es el responsable de la traducción al español del DSM, la "Biblia" de la psiquiatría. Es decir, es seguramente el número 1 de su especialidad en España. Advirtió el malestar que tienen aquellos niños y adolescentes que manifiestan lo que la OMS denomina "incongruencia de género" (antes se calificaba de "disforia de género"; la semántica en estos casos es un campo minado): cuando una chica o un chico perciben que el sexo que sienten/piensan que son no se corresponde con el sexo manifiesto de su cuerpo. Lo novedoso, aclara Arango, es que estos casos se han multiplicado en los últimos años, sobre todo por parte de chicas que dicen ser "trans" y cuando explican el porqué dicen en una gran cantidad de casos que porque "es una mierda ser mujer".

Nos advierte también Arango acerca de la influencia social sobre casos con trastornos mentales subyacentes. Igualmente nos alerta sobre la ultrapsicologización que lleva a considerar como un trastorno grave que hay que medicalizar cualquier situación cognitiva o conductual que se aparta de lo que se considera óptimo. Y es que Arango considera que hay una burbuja ideológica rodeando al fenómeno biológico de las personas trans, por lo que la confusión que rodea a un número importante de estas personas no es sino síntoma de un malestar social, no de una incongruencia real.

En conclusión, Arango propone algo que ignora la ley: el principio de prudencia para que no haya ni terapias de conversión ni tampoco terapias asertivas, sino procesos psicológicos de aclaración y transparencia, informando sin manipulación sobre las dudas de identidad y atracción sexual. La gran paradoja: los que no pueden decidir si beber alcohol o no, si tatuarse o no, porque no tienen la madurez suficiente para tomar decisiones a largo plazo, ahora se les deja decidir sin cautela sobre hormonarse o hacerse cirugías con consecuencias gravísimas, sino irreversibles.

"No dejen a los niños, niñas y adolescentes de este país al albur de la política rancia, acientífica, negligente y sectaria".

Más grave que el asalto a la Constitución, mucho peor aún que soltar violadores por la Ley del Sí es sí, todavía más insidioso que indultar a los malversadores golpistas es aprobar una ley a espaldas de la comunidad científica. Incluso el New York Times, faro de la progresía, pone entre paréntesis los tratamientos hormonales a menores de edad y se pregunta si vale la pena el precio que se paga por los bloqueadores de la pubertad. Muestra el periódico estadounidense cómo se ha impuesto un paradigma médico que incentiva los cambios de sexo sin una ponderación adecuada de las circunstancias y los peligros asociados. Como mostramos en el caso de los opiáceos, tratar temas tan profundos de una manera superficial, sea por ideología espuria o interés viciado, es fácil que conduzca a una catástrofe. Ya que no hacen caso los socialistas a la comunidad científica, igual sí tienen en consideración la advertencia de su periódico favorito.

Decía Voltaire que "el grado mayor de perversión es la utilización del sistema judicial para la injusticia". Pero se equivocaba el filósofo francés pues cabe todavía más un grado en la ignominia: la instrumentalización de la pseudociencia al servicio de leyes que no solo son injustas sino que son inmorales, peligrosas y dañinas.

Temas

En España

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Curso
    • Inversión
    • Securitas
    • Buena Vida
    • Reloj Durcal