En la mayoría de las batallas en torno a alguna ley que han tenido el PSOE y Unidas Podemos durante esta legislatura, el partido morado se ha impuesto por goleada. Pablo Iglesias primero, Irene Montero después, han colado todos sus proyectos radicales al completo y sin cambios, por mucha contestación que escenificase algún ala del PSOE.
Hasta este jueves: por primera vez los socialistas han impuesto su punto de vista a los podemitas, aunque en principio el resultado final será que la ley en disputa no se aprobará: Ione Belarra ya ha anunciado que tras introducirse esa enmienda Unidas Podemos votará en contra de su propio engendro animalista, lo que hará que no supere su votación en el Pleno del Congreso.
Se da la circunstancia de que esta primera derrota de la coalición morada tiene lugar el mismo día en el que el Parlamento ha dado el sí definitivo a la infame Ley Trans, una de las peores abominaciones legislativas de los de Irene Montero, que promueve la castración, las amputaciones y tratamientos médicos tan duros como irreversibles entre los menores. Una ley tendrá consecuencias terribles e irreversibles para muchas personas inocentes ya que, a pesar de que los políticos suelen salir perfectamente inmunes de sus barbaridades legislativas, incluso podría tener consecuencias penales para sus promotores en el futuro. De hecho, en el Reino Unido ya se están preparando demandas colectivas y ha habido un cambio legislativo, como también lo ha habido en Francia.
Sin embargo, a pesar de esos giros en países tan cercanos en los que la experiencia con leyes similares a la de Montero ha demostrado ser un auténtico desastre, el sectarismo ideológico de la ministra de Igualdad y sus adláteres ha hecho que no rectifiquen ni un milímetro su despropósito. Y lo que casi es peor: el PSOE y todo el sector presuntamente feminista que en teoría se oponía a los peores desmanes de la norma ha acabado claudicando patéticamente y ni Carmen Calvo ni ninguna de las mujeres que ponía el grito en el cielo se han atrevido a votar en contra y la propia exvicepresidenta se ha limitado a una abstención que casi la deja más en evidencia.
Por cobardía, por convicción del propio Sánchez o por lo que sea, los mismos socialistas que sí han forzado la máquina para defender a los cazadores de la ley animalista de Belarra han callado ante una ley homófoba, que supone un ataque sin precedentes contra las mujeres y que destrozará miles de vidas.
Al final y después de toda la ingente propaganda, resulta que en la práctica el PSOE que tanto presume de feminista defiende más a los cazadores que a las mujeres y los homosexuales.

