Menú
Itxu Díaz

Blanca Navidad, a pesar de Belarra

El anuncio navideño del Ministerio de Igualdad consigue hacer de las fiestas más bonitas y familiares del año una cosa envenenada, resentida, y fea.

El anuncio navideño del Ministerio de Igualdad consigue hacer de las fiestas más bonitas y familiares del año una cosa envenenada, resentida, y fea.
Ione Belarra | Europa Press

Todo lo que tocan se vuelve feo. El anuncio navideño del Ministerio de Igualdad consigue hacer de las fiestas más bonitas y familiares del año una cosa envenenada, resentida, y fea como un pulpo. No es que no den una tregua a su bilis ni por Navidad, es que odian con particular inquina estas fechas, su caridad, su buen rollo, su espíritu de concordia, su sentido cristiano. Y si no tuviéramos bastante propaganda viscosa con el anuncio, llega el tuit de la ministra Belarra, evacuado directamente de las tripas: "Charo está un poquito hasta el coño de hacerlo todo en la cena de Nochebuena". Grosero, hostil, cínico, falsísimo, y feo como el alma de un endemoniado. Arregle, señora, en su casa lo que esté mal, y déjenos en paz a los demás, que no tenemos ese tipo de problemas, que en Nochebuena, en las casas de los españoles normales, la gente se pelea por ayudar y no lo contrario. Si vive usted en una cueva de cavernícolas, lo lamento, pero es su problema, no lo proyecte. Si ha de corregir a los suyos, hágalo de viva voz, no con mi dinero.

Y luego está la lengua, señora. Que es usted ministra. Ya sé, es increíble, es absurdo, y es lo más desgraciado que ha podido ocurrirnos. Pero lo es. Y si no ha visto hasta ahora un solo ministro diciendo "estoy hasta la polla", no crea que es porque falten razones para expresarse así, sino solo porque un ministro le debe respeto al cargo, también al hablar, porque nunca habla del todo en su nombre, sino en nombre de todos los españoles.

Sirva un ejemplo. Usted en concreto, sin ir más lejos, no merece mucho respeto, y no seré yo quien se lo conceda cuando ni siquiera usted se lo concede a sí misma, ni por supuesto a los demás; pero su cargo sí. Por lo que representa. De modo que debería abstenerse de advertirnos si está o no está, hasta dónde, o hasta cómo, o hasta lo que tenga ahí, que solo Dios sabe, y solo a Dios interesa. Y no sirve objetar que habla usted en boca de Charo, porque le contaré algo: Charo no existe, se la han inventado ustedes para intentar encizañar burdamente un poco más los hogares españoles; no existe, aunque con tantas charos en el Consejo de Ministros, ya imagino que le costará entenderlo.

Pincha en hueso la izquierda arremetiendo contra la Navidad. De Herodes a Scrooge, no han sido mancos quienes lo han intentado, y al final, tantos siglos después, todo sigue igual: estamos aquí, entonando villancicos frente al Belén, y con la ilusión y la bendita inocencia de la niñez, reuniendo a la familia en Nochebuena, y haciendo de la caridad una bandera. Ni quinientos de sus coños y sus Charos lograrán enfangar un poquito la belleza de la Navidad. Les queda grande la empresa de intentar convertir hasta los días santos del amor en otra de sus peleas de buenos y malos. Llevan años fracasando en el empeño: desde la decoración navideña de los ayuntamientos podemitas hasta aquella inolvidable cabalgata del esperpento de Carmena. Por suerte para nosotros, esta nueva generación de comunistas, aunque tiene aún menos escrúpulos, es tontísima. Se disparan en el pie a diario.

Con todo, Belarra, Montero, como tantos españoles, me muevo entre el enfado por el daño que le están haciendo a esta preciosa nación, la vergüenza ajena cada vez que abren el pico, y la pena. Qué vidas más tristes, qué familias más feas, qué hombres tan extraños, qué cosas tan lamentables habrán visto para vivir hoy poseídas por el resentimiento. A ustedes los españoles normales les miran como quien va al zoo a ver esos animales exóticos, a menudo feísimos, que uno contempla entre la lástima y la náusea, pero con la seguridad de que no existen en el mundo real. A diferencia de los bichos, ustedes, que tienen alma, despiertan una cierta compasión. Porque a estas alturas toda España ya sabe que no han conocido el amor y que son incapaces de identificar la belleza. Eso es lo más parecido al infierno, tal y como lo han descrito los grandes teólogos de todos los tiempos.

Mi Navidad, en fin, no entiende de coños y Charos. La mía es la de Luis Aguilé: "Por eso y muchas cosas más / ven a mi casa esta Navidad".

Muy feliz Navidad, queridos lectores de Libertad Digital, y mis deseos de un 2023 en paz, humor y libertad.

Temas

En España

    0
    comentarios