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Emilio Campmany

Tito Pedri en Bruselas

Puede que para entonces resulte escandaloso que presida la Unión alguien que es responsable de una trama corrupta que traficaba con fondos europeos.

Puede que para entonces resulte escandaloso que presida la Unión alguien que es responsable de una trama corrupta que traficaba con fondos europeos.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, este viernes en Barcelona. | EFE

Cuando Monika Hohlmeier, al frente del comité de control presupuestario del Parlamento Europeo, nos visitó para ver qué estábamos haciendo con el dinero que Bruselas nos daba, dijo que no había detectado fraudes y que le había sido imposible rastrear el destino último del dinero. Como lo dijo con una media sonrisa y en voz baja, los periodistas españoles se quedaron con lo de que no se habían detectado fraudes y les pareció muy natural que no haya forma de saber dónde acabaron las subvenciones. La alemana se volvió a Bruselas con la mosca en la oreja y ahora le cuentan que la trama aparece involucrada en la adjudicación de "fondos next generation" de la Unión Europea. Estupefacta como dicen las crónicas que está, la señora quiere llegar hasta el fondo del asunto y ya se habla de que España transmita toda la información a la fiscalía europea para que intervenga.

Dentro de tres meses y medio, Pedro Sánchez asumirá la presidencia de turno de la UE y puede que tan venturoso acontecimiento coincida con una investigación europea de la oscura forma en que su Gobierno reparte los fondos que recibe de Bruselas. Puede que para entonces la investigación haya avanzado lo suficiente como para que resulte escandaloso que presida la Unión alguien que es responsable, al menos por culpa in vigilando, de una trama corrupta que traficaba con fondos europeos. Si tal hecho se produjera, nuestra presidencia de turno pasaría sin pena ni gloria y tan sólo serviría para poner el foco sobre el modo cuando menos negligente con el que este perillán gobierna nuestro baqueteado país.

Lo único bueno que tendrá el escándalo, dentro del mucho daño que hará a nuestra imagen, es que a los políticos de Bruselas se les caerá por fin la venda y verán a las claras de qué pasta está hecho este cazadotes, por muy socialista que sea. Cabe esperar que entonces de nada le valdrá servirle a Ursula von der Leyen el café con la obsequiosidad con la que se lo puso a las empresarias españolas que invitó a la Moncloa. Ursula von der Layen puede estar todo lo prendada que quieran del apuesto socialista, pero habiendo corrupción por en medio, de nada le valdrán a Sánchez esos aires que gasta de camarero galán del Caffè Florian de Venecia sirviendo bellinis a unas viudas norteamericanas ricas. Y así nos ahorraremos la vergüenza de verle, una vez que Dios mediante haya dejado la presidencia del Gobierno, ocupando un alto cargo en Europa desde el que seguiría con seguridad abochornándonos. No hay mal que por bien no venga.

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