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Pablo Molina

Sumar 'tiktokers'

Lo de Yolanda Díaz es la degradación definitiva del comunismo antes de desaparecer en el alcantarillado de la Historia.

ALBACETE, 25/02/2023.- La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, participa en un acto público dentro del proyecto político | EFE

Ya está en marcha el último proyecto político que ha irrumpido en la escena pública española y los augurios no podrían ser más felices. Muchos ya anticipábamos por dónde podía venir la cosa al ver a Yolanda Díaz en su turné por todo el Estado (ella no dice jamás España), explicando sus cosas como si estuviera hablando para niños o para gente con serias dificultades intelectivas. Ahí ya vimos que Sumar no va de convencer a un electorado maduro de las recetas para afrontar los problemas de España, sino de apelar a sentimientos tan positivos como el rencor y la envidia para disputarle a los socialistas un buen trozo del pastel electoral.

Díaz es comunista, claro, por eso recibe tantos y tan disparatados elogios de la prensa no izquierdista, si es que eso existe en nuestro país. Una señora que tiene como referente vital a Fidel Castro y al chavismo como instrumento imprescindible para transformar la sociedad estaría en cualquier democracia consolidada situada en una esquinita del espectro político cubriendo cierta cuota de exotismo ideológico. Aquí gobierna. Y lo hace con el aplauso de toda la izquierda y de gran parte de la derecha, que ven en Yolanda Díaz una promesa de regeneración y de apertura moderna a la nueva socialdemocracia. Una política, insistamos en ello, que cree sinceramente que el comunismo bolivariano es la respuesta a los grandes retos de la sociedad, aunque ahora ya solo habla del heteropatriarcado, el cambio climático y lo bien que están las calles de Barcelona gracias a su meja, Inmaculada Colau.

Lo de Yolanda Díaz es la degradación definitiva del comunismo antes de desaparecer en el alcantarillado de la Historia y evitarnos para siempre su horror mefítico. Aquí ya no se trata de fingir un análisis riguroso que demuestre que el destino de la humanidad es el socialismo, sino de fichar a youtubers, tiktockers, influencers y gilipuerters con capacidad de seducir a un electorado infantilizado que prefiere el Ingreso Mínimo Vital a vivir la realidad con todas sus consecuencias. Desde ese punto de vista, Yolanda Díaz tiene razón. El pobre jovenzuelo que se ha hecho famoso insultando a las generaciones anteriores, de nombre tan etéreo como su cerebrín, es la mejor carta de presentación del nuevo partido de ultraizquierda, que su lideresa pretende convertir en la casa común de lo perroflauta para hacerse con el voto de los jóvenes menores de 50 años, que se instruyen pasando las tardes en el sofá mirando el TikTok.

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