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Agapito Maestre

Entre la hispanidad y los separatistas

O acabamos con la impunidad del gobierno de la Generalidad de Cataluña o España seguirá viviendo de rodillas ante las imposiciones de esta gentuza.

O acabamos con la impunidad del gobierno de la Generalidad de Cataluña o España seguirá viviendo de rodillas ante las imposiciones de esta gentuza.
Protesta independentista ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, en 2017. | Flickr/CC/Ramon Oromí Farré @sobreelterreny

O acabamos con la impunidad de los separatistas vascos y catalanes o la nación española desaparece. O acabamos con la impunidad del gobierno de la Generalidad de Cataluña o España seguirá viviendo de rodillas ante las imposiciones de esta gentuza. Porque no creo que esta disyuntiva se contemple en la agenda de los actuales partidos políticos, merecen todos mis respetos aquellos ciudadanos que pasan, deprecian e incluso insultan con indignación y aspavientos múltiples a estas malas agencias de socialización política. Porque no tienen remedios nuestros males con esta casta política estabulada en partidos políticos ajenos a las necesidades de la nación, es menester pensar el pasado, el presente y el futuro de España con cajas destempladas frente a los políticos que pueblan casi todos los espacios públicos, empezando por Universidades y Academias. Porque la casta política española es miserable y trincona, sí, no podemos dejarnos embaucar en ninguno de sus rollos electorales.

Todo eso no significa que no sea respetable el ciudadano que ve con buenos e inocentes ojos ir a votar. Al contrario, creo que es bueno discernir entre los diferentes miembros de la castuza política; lo único que resalto es que no debemos fiarnos de los profesionales de la política y, menos todavía, de sus ideólogos, o peor, de sus palmeros en los medios de comunicación. Acerquémonos, pues, a la política institucional, pero con la nariz tapada y siempre dispuestos a gritarles: no soy nada sin la nación, la sociedad española, que os mantiene. Y, desde luego, nadie en su sano juicio crea que por mediación de esta gente podemos pensar España.

¿España? Sí, quiénes somos los españoles, o mejor dicho, es posible hablar de los españoles sin la hispanidad. ¿Qué cosa sea la hispanidad? Grave asunto contiene ese interrogante, pero, desde luego, no es para despacharlo, como hace algún etimólogo español que va de universalista cristiano, diciendo que España fue mala y perversa con los hispanos de Hispanoamérica. ¡Pobres y torpes son quienes así estrujan sus meninges con esas falsas paradojas! La hispanidad, que no España, es una noción que se escapa a los políticos y a los malos ideólogos de hoy como a los de ayer. Es obligación intelectual de quienes hablamos en español, participamos de un mismo clima espiritual y, sobre todo, somos conscientes de la fuerza creativa de nuestra cultura, pensar la hispanidad. Esta meditación es hoy más necesaria que nunca, porque es negada, ocultada o, simplemente, rechazada en todos los ámbitos del "saber" que deberían tratarla con mimo y respeto.

De la negación, en efecto, del "nosotros" hispano, ha nacido Res Hispánica, un canal cultural en YouTube, para pensar qué es la hispanidad. No estamos solos. Son ya cientos de iniciativas en el mundo, incluidas algunas muy relevantes en un país tan hispanoamericano como EE.UU., que nos estimulan y acompañan en nuestros empeños hispánicos. Y, por si fuera poco, esta bandera la defienden personas de todas las edades, aunque abundan los más jóvenes. Esto es esperanzador. No se trata de colores políticos sino de algo que emerge de la sociedad civil más desarrollada en términos morales. Se trata de pensarnos a nosotros mismos de múltiples formas. Es cierto que en todas esas empresas hay un humus común, algo parecido a un espíritu colectivo, que nos lleva a decir: la hispanidad no es más que nadie pero tampoco menos. Sin duda alguna, la hispanidad, hoy más que ayer, es una manera de encarar, o sea, de superar esa manía, obsesión y trastorno impuesto por las potencias hegemónicas, desde el punto de vista económico, en nuestras naciones: lo hispano es menor al lado de lo sajón…

La hispanidad, sí, es una ejemplar y deliciosa forma de superar nuestro "complejo" de inferioridad. Pero, por fortuna, hoy la hispanidad no es una estrategia de defensa contra quienes nos niegan, sino que es una grandiosa propuesta, una alternativa viable y no fantasmagórica, a sociedades cegadas o pastoreadas por ideologías preñadas de universalismo abstracto, o peor, casticismo localista. La hispanidad siempre estuvo abierta a la universalidad, o mejor dicho, no hay universalidad sin hispanidad. Pensarnos, pues, a nosotros mismos es una obligación para dar al traste con los mil complejos impuestos por el "pensamiento políticamente correcto" a millones de seres humanos por su especial manera de "estar en el mundo". Desde ese contexto, me atrevo a preguntar: ¿qué pensamiento sobre España, o sea, sobre la hispanidad, ofrecen los jefes de los partidos políticos

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