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La Agenda 1830

Los que defienden la Agenda 2030 pretenden que volvamos doscientos años hacia atrás en el tiempo.

Los que defienden la Agenda 2030 pretenden que volvamos doscientos años hacia atrás en el tiempo.
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | EFE

Los grandes ejes de la política internacional en el campo del medio ambiente son limitar la movilidad de los ciudadanos, despojarnos de las comodidades que nos proporcionan dos siglos de desarrollo industrial y convencernos de que el derecho de propiedad es un acto de egoísmo hacia los semejantes y, en última instancia, una estupidez, porque para ser feliz lo mejor es no tener nada propio. Se trata de reducir a la gente a un estado de necesidad en el que hasta la supervivencia física dependerá del poder político, pero todos viviremos en un estado de permanente felicidad.

El mensaje es tan estúpido que ha tenido un éxito rutilante en un mundo en el que el hambre, las plagas y la guerra, las mayores preocupaciones del ser humano en los últimos 10.000 años, han sido prácticamente erradicadas. Esta feliz superación de las grandes lacras que han castigado a la humanidad ha provocado un gran vacío en la mente colectiva, perfecto para crear nuevas amenazas aunque resulten tan ridículas como el calentón global, una operación coactiva a nivel mundial que está empobreciendo a todos los países desarrollados con el objetivo de que la temperatura media del planeta no suba medio grado allá por el año 2100, que ya hace falta ser idiota.

La izquierda milenarista pregona la extinción de la humanidad si no acabamos con el modelo social que ha permitido de mayor grado de desarrollo tecnológico y prosperidad desde que el hombre bajó del cocotero. La receta, sin la cual vamos a la extinción, es un cóctel de imbecilidades que podemos resumir en vivir en comunidades autogestionadas, consumir productos de cercanía y desplazarnos en patinete en ciudades peatonalizadas y, en consecuencia, vacías. Así pues, para cumplir con el mandato mundialista que pregona la izquierda borrica tendremos que volver a cultivar hortalizas con nuestras manos, vivir de lo que nos dé la tierra o lo que podamos intercambiar con los vecinos mediante el trueque y viajar en bicicleta, a ver si así retrasamos algunas décadas el Armagedón climático.

Los que defienden la Agenda 2030 pretenden que volvamos doscientos años hacia atrás en el tiempo, hasta 1830, que es como debería llamarse realmente este nuevo programa mundial. Millones de personas del mundo desarrollado aplauden esta nueva tiranía esforzándose por llevar a la práctica sus mandatos, buena prueba de que estamos ante el experimento social más imbécil de los últimos siglos si exceptuamos el comunismo. No es de extrañar que los comunistas sean, precisamente, los que más trabajan por su aplicación.

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