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Carmelo Jordá

Yolanda Díaz, una capitalista explotadora

Ver a los inspectores de Trabajo desvelando que Yolanda Díaz les explota cual capitalista vil… esto ha sido impagable.

Ver a los inspectores de Trabajo desvelando que Yolanda Díaz les explota cual capitalista vil… esto ha sido impagable.
Yolanda Díaz. | Europa Press

Resulta que en el mundo color de rosa unicornio y cosas chulísimas de Yolanda Díaz no todo es tan idílico como parece: los inspectores de Trabajo, esos mismos que son mandados en mesnadas para certificar cómo de explotadores y abusones son los empresarios, aseguran que ahora son ellos los están explotados por la ministra hasta un punto tan insoportable que no les queda más remedio que ponerse en huelga.

No es la primera ocasión –sí puede ser la última, pero porque no les queda mucho más tiempo en el poder– en la que Yolanda Díaz ha demostrado que no es capaz ni de implantar las medidas que ella misma pone en marcha, más bien lo contrario: todo lo que ha tocado lo ha destrozado y organismos como el SEPE han sido un ejemplo de catástrofe continua desde que han caído en sus manos.

Esta es de verdad la gestión que avala a Yolanda Díaz: la de una señora que es incapaz de organizar un ministerio, un político que exige a los demás lo que ella no sabe hacer, la de alguien que presume de preocuparse por los trabajadores pero explota sin misericordia a los que dependen de ella.

Como en Sánchez, todo es mentira en la pizpireta ministra de Trabajo, todo es fachada falsa y efecto especial, cartón piedra que simula mármol, excepto una cosa: su ambición completamente desproporcionada para sus verdaderos méritos. Y de hecho ahí la tienen, queriendo ser presidenta cuando no es capaz de transmitir una idea en un mitin, queriendo gestionar un país cuando no puede ni sacar adelante su ministerio.

Pero hay un aspecto que resulta todavía más interesante en este asunto: no es tanto la incapacidad de la líder de Sumar, que también, como la infinita hipocresía de aquellos que tienen para los demás un altísimo nivel de exigencia y otro muy diferente para sí mismos.

Y es que la justicia poética de la huelga de los inspectores de Trabajo no puede ser más bella, es casi como una ópera de Puccini: han tenido que decir hasta aquí hemos llegado precisamente los encargados de ir empresa por empresa a certificar que el capitalismo salvaje está masacrando a los pobres trabajadores. Y mejor todavía: la razón última del paro es que la ministra y el Gobierno que obligan a la patronal al diálogo social con la fórmula "son lentejas" se niegan a sentarse en una mesa en la que discutir los problemas de aquellos que están a su cargo. Maravilloso.

Reconozco que no son el cuerpo de la Administración que me genera más simpatía, pero los inspectores de Trabajo desvelando que Yolanda Díaz les explota cual capitalista vil… esto ha sido impagable.

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