No es la reseña de un libro, aunque así se titula el último de Sergio Fidalgo donde denuncia a TV3 como televisión de parte por su insufrible sectarismo, sino un intento más de alertar a todos los españoles de este abuso cotidiano de una televisión pública tóxica pagado por todos para que una parte de catalanes odie a la otra, y todos a España.
Como instrumento de incitación al odio, no se diferencia mucho de la emisora ruandesa RTLM que dirigía la Hutu Valerie Bemeriki contra los Tutsi, hoy en prisión: "En el colegio nos enseñaban a odiar a los tutsis. Nos decían que cuando recuperaran el control del país nos exterminarían". Inspirar miedo, incitar a la violencia contra el otro. Aquí no hablan de exterminio físico, sino de genocidio cultural. El catalán está en peligro, España nos roba, Cataluña vive bajo los muros opresores del Estado español, "el castellano es el resultado de una violencia antigua" (Jordi Pujol)…
El libro Otra TV3 es posible, se habría de haber titulado: 69 mamadas de TV3 en descargo de la zafiedad que los humoristas Peyu y Jair Domínguez soltaron a costa de la princesa Leonor en el programa de TV3, Bricoheroes (Octubre del 2021). Un gag donde los susodichos soñaban con que la Princesa Leonor les hiciese una felación. Pero como la factoría supremacista de la televisión pública de Cataluña vomita odio supremacista sin parar, el gag contra la Virgen del Rocío dejó anticuado los anteriores y llevó al autor del libro a obviar la mamonada para pedir públicamente y por escrito el cierre de TV3 en esta tercera entrega de gag impropios, cuyo racismo cultural y mal gusto no los enmascara ya ni el humor.
¿Han visto ustedes que se hayan escandalizado por el gag contra la Princesa Leonor, Ada Colau, Irene Montero, Pilar Rahola y toda esa generación de mujeres lloronas prestas a montar la de Dios es Cristo en cuanto se le falta el respeto a una de las suyas? Aquí la manada de TV3 no respetó ni la edad de esa menor, pero sus compis de travesuras no repararon siquiera en ese detalle. Parece que les pone bajarle las bragas a la monarquía, o fusilar en 2005 al entonces Rey Juan Carlos I en el programa Bestiari Il.lustrat (El fusilador de cartón piedra, Jair Domínguez, es el mismo que suele adornar sus referencias a los españoles con un contundente "Puta España". Un alumno aventajado del "Puta España" es Joel Díaz, que como presentador de Zona Franca, también de TV3, emitió el himno de España a base de pedos.
Lo peor de este rosario de desprecios es que TV3 se financia con dinero público que pagamos todos en beneficio de unos pocos. Es revelador los capítulos dedicados a su financiación (este 2023, los medios de comunicación de la Generalitat tienen un presupuesto de 358 millones de € para 7 millones de habitantes. Su plantilla es de unos 2.500 trabajadores, cinco veces superior a la de sus competidores privados de ámbito nacional, como Atresmedia o Mediaset. RTVE cuanta con 6.606 (2021) para 47 millones de habitantes. De tener la misma relación número de habitantes/número de trabajadores, RTVE debería contar con 16.785 trabajadores, casi tres veces más de los que tiene ahora para derrochar como TV3.
Pero donde TV3 es incomparable con ningún otro medio es en su sectarismo. El informe del CAC sobre informativos facilitado por uno de sus miembros, Daniel Sirera entre septiembre y diciembre del 2020, un 97,8% estuvo dedicado a organizaciones independentistas, y solo un 2,2% a constitucionalistas. Una auténtica estructura de Estado, como el Barça o la escuela catalana.
La productora de programas de humor de esta pedagogía del odio, la encabeza Toni Soler con dos programas: Polònia y Està passant (105 millones de euros desde 2005). El mismo que nos dio la vara con la Virgen del Rocío.
Tomo por disculpa este libro recién publicado, Otra TV3 es posible, para hacer partícipe a toda España de las mil y una cacicadas que la editorial Hildy ha ido publicando de la televisión pública catalana. Le precedieron 50 hazañas de TV3 y TV3, el tamborilero del Bruc del Procés. Es una recopilación de barbaridades, odio y supremacismo que algún día (cuando esta marea de catalibanismo pase) habremos de frotarnos los ojos para cerciorarnos que tales cosas pasaron en plena democracia a la vista de todos y sin que casi nadie se horrorizara. Ceguera y cobardía muy parecidas al vaciado de barrios enteros de judíos en la Alemania nazi. No se indignen, ni se exciten por el anatema, las consecuencias son muy distintas, la comparación incomparable, pero el odio es el mismo, y el objetivo idéntico: acabar con el diferente. Entonces se trataba de eliminar físicamente a la "avariciosa" etnia judía en nombre de la superior raza aria, y en nuestro caso, satanizar a esos despreciables españoles y su lengua en nombre de la libertad de Cataluña y la lengua propia. El primero fue racismo biológico, el segundo es racismo cultural. Hijos los dos del nacionalismo.
Contaba Miquel Giménez en el Colegio de periodistas de Barcelona durante la presentación del libro: "Cuando Jordi Pujol le dijo a Lluís Prenafeta, ‘yo renunciaría a todas las competencias de la Generalitat, siempre que me dejaran TV3’, sabía muy bien lo que estaba diciendo —remarca Miquel Giméñez— porque cualquier sistema que se fundamenta en el fascismo, y el nacionalismo catalán lo es, necesita un elemento imprescindible, que es la propaganda".
Cuando en Octubre de 2017 se aplicó el 155, Pedro Sánchez condicionó su apoyo al gobierno del PP, que no se aplicara ni a TV3 ni a la escuela. Deduzcan ustedes mismos en manos de quiénes estamos.
PD: Estas reflexiones podrían ser tomadas en sentido contrario. Sería yo, y quienes denunciamos esta pedagogía de odio, quienes lo difundimos contra el nacionalcatalanismo. Sin duda sería legítimo. Su problema son los hechos.