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Con Bildu antes que con el PP

"Con Rivera, no", gritaban en la calle Ferraz militantes socialistas en 2019. Con Otegi, en cambio, lo que haga falta.

"Con Rivera, no", gritaban en la calle Ferraz militantes socialistas en 2019. Con Otegi, en cambio, lo que haga falta.
Pedro Sánchez, tras un mitin en Santa Cruz de Tenerife. | EFE

Pedro Sánchez puede estar bien tranquilo respecto a su grado de aceptación en el seno del Partido Socialista Obrero Español: sus militantes y simpatizantes están con él incondicionalmente. Lo estuvieron cuando lo eligieron en las últimas primarias socialistas, después de intentar un pucherazo en la votación del Comité Federal en el que se debatía su destitución, escondiendo una urna tras las bambalinas del escenario donde se celebraba el recuento. No hubo el menor problema para devolverlo a la secretaría general del PSOE entre aclamaciones. ¿Cómo lo va a haber por una cuestión menor como sus pactos con los separatistas para seguir en el poder?

Los barones socialistas fingen escandalizarse por el bochorno de ver a su líder convertido en lacayo de personajes como Otegi, Belarra y Rufián, pero si alguno se atreve a ir más allá de lanzar aspavientos en un mitin resultaría barrido por la militancia local, que prefiere mantener acuerdos estables con radicales, proetarras y separatistas antes que llegar a algún entendimiento con el PP.

Otegi no resulta repulsivo para los socialistas. Todo lo contrario. Si ahora mismo visitara cualquier sede local del PSOE fuera del País Vasco sería ovacionado por la militancia y pasaría horas haciéndose fotos y firmando autógrafos como si fuera Morante entrando a Las Ventas. "Con Rivera, no", gritaban en la calle Ferraz militantes socialistas tras la victoria de Sánchez en las elecciones generales de 2019. Con Otegi, en cambio, lo que haga falta, que para eso es un demócrata. No como Feijóo o Díaz Ayuso, dos protonazis con los que Sánchez, interpretando correctísimamente el sentir de la militancia de su partido, ni siquiera se plantea dialogar.

¿Van a pasar factura al PSOE sus pactos con Bildu en estas elecciones autonómicas y municipales? Desde luego que no. Tampoco la genuflexión ante los separatistas catalanes, otros demócratas que el socialismo ha decidido reivindicar. El trompazo del sanchismo, si se produce, tendrá otros motivos también de peso, basados fundamentalmente en cuestiones mucho más utilitarias.

Desde Zapatero, el PSOE vive con el voto prestado de los comunistas y no al revés, como ocurría antes. Si después del sanchismo llega un líder sensato al PSOE, esa parte mollar de los socialistas que prefieren a Otegi a Feijóo se irá a la extrema-extrema izquierda, el lugar donde Zapatero y Sánchez instalaron al PSOE y desde donde, muy probablemente, ya no va a volver.

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