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Pablo Molina

El PSOE moderado está en Feijóo

Hizo guiños a los socialdemócratas moderados, convenció a los votantes del PP de que es un gran candidato y a los de Vox de que hicieron bien huyendo del PP.

Hizo guiños a los socialdemócratas moderados, convenció a los votantes del PP de que es un gran candidato y a los de Vox de que hicieron bien huyendo del PP.
Atresmedia

Alberto Núñez Feijóo puede estar contento y sus asesores de imagen muy satisfechos, porque su entrevista en El Hormiguero salió como esperaban en el PP. Otra cosa es que los intereses de los dirigentes populares y sus preocupaciones coincidan con la mayoría de sus votantes, cuyo apoyo necesitan para llevar a Feijóo a La Moncloa, pero eso es algo que se verá el 23-J. En todo caso, hay todavía margen para convencer a los simpatizantes populares de que deben coincidir con lo que opinan en el PP en lugar de hacer lo contrario, que es lo que se podría esperar de unas elecciones generales a cara de perro como las que van a tener lugar antes de un mes.

La política es un universo paralelo en el que apenas hay decisiones puramente ganadoras. Todo responde a un juego de compensaciones y el talento del político de éxito es conseguir que el saldo de sus contradicciones resulte a su favor. Feijóo es un tipo que sabe bien cómo se juega a esto, como lo demuestran sus cuatro mayorías absolutas consecutivas en la comunidad gallega. Anoche volvió a demostrarlo en el show televisivo más visto de España, al final del cual consiguió fijar en la mayoría de la audiencia la imagen deseada: que el PP es más moderado que Vox y menos peligroso que el PSOE. O como solía decir Rajoy, "una cosa razonable".

Estuvo bien Feijóo, las cosas como son. El comentario gracioso sobre la esencia del sanchismo era tan obvio que es evidente que lo llevaba preparado, pero tanto su lenguaje corporal como la manera de explicar sus argumentos ofrecieron la imagen de un tipo razonable (Rajoy otra vez), que ve el ejercicio del poder como la posibilidad de mejorar la situación de España. No como el otro, cuya adicción patológica lo ha convertido en un personaje malencarado y más marrullero a medida que se acerca el fin de su mandato.

La gente que acudió la noche anterior al plató de A3 Media a escuchar a Pedro Sánchez militaba mayormente en el PSOE, pero los que estuvieron anoche acompañando a Feijóo tampoco es que fueran de las juventudes del PCE. Aplaudieron mucho; demasiado, en realidad, un detalle que tendrán que revisar los asesores de imagen del PP en futuras comparecencias del candidato, porque el efecto global de esas constantes interrupciones, con Feijóo volviendo la cara al público para decir "gracias, gracias, gracias", es bastante lamentable. Además, ese tipo de expresiones poco ensayadas provocan a veces situaciones ridículas, como cuando Feijóo dijo que suprimiría el impuesto a las grandes fortunas y en la grada se apagó el aplauso nada más comenzar, salvo ocho o diez pelotas certificados que siguieron haciendo palmitas unos segundos más de lo aconsejable.

El candidato popular se esforzó por marcar distancias con Vox, que es en realidad la única amenaza para llegar a La Moncloa ya que el batacazo del sanchismo se da por descontado. Ahí vimos al mejor Núñez Feijóo, un tipo que eleva a la categoría de innegociables medidas de ingeniería social impuestas por la izquierda que hace no tantos años rechazaba de plano, como la legislación LGTBI+Q, la violencia machista o la nueva regulación del aborto.

El presidente popular hizo guiños a los socialdemócratas moderados, convenció a los votantes del PP de que es un gran candidato y a los votantes de Vox de que hicieron bien huyendo del PP cuando todavía están a tiempo. Todos ellos descubrieron, por fin, que sí que hay un PSOE razonable; es el partido que preside Alberto Núñez Feijóo.

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