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Marruecos en el debate

Ya tiene Feijóo un asunto internacional al que darle vueltas y del que recibir asesoramiento de calidad.

Ya tiene Feijóo un asunto internacional al que darle vueltas y del que recibir asesoramiento de calidad.
Cara a cara entre Sánchez y Feijóo. | Dailymotion

Valorando el debate, hay muchos que atribuyen la derrota de Sánchez a la adopción de una mala estrategia. Otros la achacan a una deficiente preparación. Unos últimos hablan sencillamente de un mal día. Nada de eso. Pedro Sánchez es un paquete. Y además henchido de soberbia.

En el asunto de Marruecos, pudo un día haber comparecido ante las Cortes y explicar el giro diplomático dado con cualquier falacia más o menos presentable, como la que alegó el lunes, que la nueva política española coincide con la postura de Estados Unidos y de Alemania, u otro diferente, como que ya no tiene sentido empeñarse en la independencia del Sáhara o que la buena vecindad con Marruecos exige cambiar de postura. En política, especialmente en la exterior, hay mil formas de justificar lo injustificable. Se engaña a pocos, pero al menos el responsable de la pifia no podrá ser acusado de no rendir cuentas ante la sede de la soberanía nacional. Pero, Sánchez no hace nada de eso porque su soberbia se lo impide. Es un chulo de bolera que lo que le sale es decir que sí, que lo de Marruecos lo ha hecho su menda lerenda porque le ha dado la gana ¿y qué? Encima es él mismo, por boca de Bolaños, el que nos cuenta que le han espiado el móvil por medio de un programa israelí que muy bien podría haber empleado Mohammed VI ahora que está a partir un piñón con el Estado judío gracias a los acuerdos Abraham. Encima, es el propio Sánchez quien entorpece la investigación del pirateo de su móvil no obstante haber sido él quien lo ha denunciado. De ahí a sospechar que nuestro presidente ha sido víctima de un chantaje hay un paso. Y qué esperaba, ¿que en el debate Feijóo no se lo sacara? Lo dicho, un paquete.

Más allá de tanta soberbia y torpeza, de tanta vanidad y estulticia, queda la pregunta de si Feijóo podrá, si llega a presidente, retornar a nuestra política de equidistancia y recomponer las relaciones con Argelia sin romper las que tenemos con Marruecos. Para empezar, hay que decir que el giro dado por Sánchez no compromete a sus sucesores. Lo dio por medio de una carta escrita en un pésimo francés de la que es responsable mientras siga siendo presidente. Como país democrático que somos, cualquier compromiso internacional que asumamos deberá estar incorporado a un tratado internacional ratificado por las Cortes. Aunque la carta pudiera aceptarse como compromiso, la ratificación parlamentaria seguiría siendo indispensable. De forma que Feijóo puede, y quizá deba, desdecirse del compromiso de Sánchez. Lo difícil será hacerlo sin arruinar las relaciones con el reino alauí.

Si Feijóo al ser investido presidente sigue la tradición de realizar su primer viaje oficial a Marruecos, tendrá que expresar nada más bajar del avión su propósito de volver a la política tradicional española. Claro que entonces a lo mejor nuestro vecino prefiere que no haya viaje o amenaza con quién sabe qué represalias o apela a su amistad con Estados Unidos, Francia y Alemania para presionarnos. De forma que ya tiene Feijóo un asunto internacional al que darle vueltas y del que recibir asesoramiento de calidad. Ya veremos qué hace.

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