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EDITORIAL

Conde-Pumpido, el arquitecto de la destrucción nacional

La encomienda es facilitar el encaje del chantaje separatista con una amnistía encubierta y una consulta por el "reconocimiento nacional" de Cataluña.

Pedro Sánchez está dispuesto a llegar a un acuerdo de investidura con el golpista prófugo Carles Puigdemont. Tanto da que prometiera traer a España al expresidente de la Generalidad para que fuera juzgado y que al principio de la campaña dijera que la credibilidad de ese individuo era nula cuando afirmó que el PSOE le había enviado emisarios a Bruselas con una oferta de indulto. La endemoniada composición del Congreso ha propiciado un nuevo "cambio de opinión" del presidente en funciones, que se dispone a ejecutar otra vuelta de tuerca en su proceso de desmantelamiento de la democracia y la unidad nacional con tal de permanecer en el poder.

Para tal cometido contará con la imprescindible ayuda del presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido, quien antes de ser designado para el puesto declaró a sus amigos y compañeros del TC: "Fui designado fiscal general del Estado para arreglar el problema del terrorismo y lo arreglé. Voy a ser designado presidente del Tribunal Constitucional para arreglar el problema de Cataluña, y lo arreglaré". La encomienda es facilitar el encaje del chantaje separatista con una amnistía encubierta y también con una forma de consulta que precipite el "reconocimiento nacional" de Cataluña y, de paso, el País Vasco, tal como reclaman EH Bildu y el PNV.

Sánchez se ha ido tranquilamente de vacaciones con la seguridad de que su peón en el TC disipará las dudas y recelos de Puigdemont para otorgar su apoyo a la investidura del líder socialista y dar paso de esta forma a una legislatura terminal para España y el sistema democrático y constitucional. Las alarmas se han disparado en el Tribunal Constitucional ante el empeño de Sánchez y el desempeño de Conde-Pumpido, dispuesto a explorar todas las vías para satisfacer el "precio" exigido por el separatismo.

El presidente del Constitucional ya ha demostrado sobradamente su falta de reparos y su adhesión al proyecto disolvente del sanchismo. Es, de hecho, la pieza maestra sobre la que pivota el desmantelamiento de la unidad nacional. También ha demostrado su capacidad "imaginativa" para satisfacer las pretensiones del dirigente socialista y de sus socios y aliados. De ahí la preocupación entre los miembros del TC ajenos a las maniobras disolventes de Conde-Pumpido y la parsimonia con la que Sánchez dirige desde Lanzarote para aposentarse una legislatura más en la Moncloa.

Manifestaba este pasado jueves Joaquín Leguina en Es la Mañana de Federico que "es mucho más peligroso Conde-Pumpido que Puigdemont" en un anticipo del papel que corresponde al presidente del TC en la componenda que se ha activado tras el 23-J. La capacidad de maniobra de Conde-Pumpido es el factor que abre la puerta a un nuevo Gobierno Frankenstein que culmine los acuerdos alcanzados por Sánchez y los separatistas en la llamada "mesa de diálogo y negociación" que cerró su primera fase con los indultos y la reforma del Código Penal al gusto de los independentistas. La amnistía y el referéndum están sobre la mesa, como reconocía en TVE una dirigente de Sumar, Jéssica Albiach. Si Puigdemont tiene las llaves de la "gobernabilidad" de España, Conde-Pumpido tiene las que propiciarán un pacto para que en Cataluña se lleve a cabo un referéndum (con ese u otro nombre) que consagre el proyecto de destrucción de España con los espantajos de la "diversidad" y la "plurinacionalidad" como cortinas de humo de la quiebra nacional.

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