Menú
Cristina Losada

Y el experto en investiduras fallidas es…

Las investiduras fallidas son reveladoras. Y si se barrunta que en el horizonte hay una repetición electoral, son una oportunidad.

Las investiduras fallidas son reveladoras. Y si se barrunta que en el horizonte hay una repetición electoral, son una oportunidad.
Pedro Sánchez. | EFE

No hay nadie con más experiencia en investiduras fallidas en España que el presidente del Gobierno en funciones. Por alguna razón, nada extraña si se piensa, tanto el experto en investiduras fallidas como los voceros de su partido han puesto en circulación la idea de que una investidura fallida de Feijóo sería lo mejor para debilitarlo. Para debilitarlo más, ya que lo dieron por "herido de muerte" tras las elecciones. Pero es seguro que ni el experto ni los voceros piensan lo mismo de las dos investiduras fallidas que protagonizó Pedro Sánchez. De nuevo se confirma que en pro del interés propio e inmediato se es muy capaz de reescribir el pasado, borrando, si hace falta, aquello que puede contradecir el último giro en la línea del partido.

La fallida de marzo del 2016, con el PSOE en 90 escaños, le dio a Sánchez la ocasión de hacerse ver como presidenciable y de mostrar una disposición a pactar con un partido de centro, que no volvería a manifestar nunca más. La transversalidad y el mestizaje fueron términos del momento, y fueron términos efímeros. Poco después ya era el Sánchez del "no es no", personaje que se ha mantenido, en lo sustancial, hasta hoy mismo. Su "no es no" de entonces es el precedente de la petulancia con la que proclama poseer una "mayoría social", aunque los resultados de su partido estén lejos de constituirla, y de la voluntad de llegar o mantenerse en el poder excluyendo al resto. Tuvo también su importancia la investidura fallida del 2019: la frontera entre el rechazo a meter a Podemos en el Gobierno y la aceptación de un Gobierno con Podemos.

Las investiduras fallidas no son el ideal, pero son reveladoras. Y si se barrunta que en el horizonte hay una repetición electoral o convocatoria anticipada, son una oportunidad. Esto lo sabe Pedro Sánchez por experiencia, y veremos si no hace lo posible por dejar sin la oportunidad a Feijóo. Como el procedimiento admite interpretaciones, se puede deslegitimar la candidatura de Feijóo a la investidura e hiperlegitimar la de Sánchez, presentando la del líder del PP como un fraude y la del dirigente socialista como la única conforme y respetuosa con el marco constitucional. En esa línea va la insistencia en que la investidura es para el que reúne más apoyos en el Congreso y no para el más votado en las elecciones. Esto es cierto, pero en nuestra historia democrática siempre ha coincidido el más votado en las elecciones con el que ha reunido más apoyos en el Congreso.

Esa ha sido la norma, la costumbre y la tradición, aunque no es sólo una praxis: tiene consistencia desde el punto de vista democrático. Sólo si el más votado tuviera un porcentaje de votos muy bajo, podríamos dudar de la calidad democrática del criterio. En todo caso, lo excepcional ha sido lo otro. Ha sido tan excepcional que no ha sucedido. Lo intentó Sanchez en 2016, y fue su primera investidura fallida. Con sus escaños y los de Ciudadanos sumaban 130. Bueno, sólo les faltaban 46 para la mayoría absoluta. Nuestro sistema no impide siquiera que el partido menos votado vaya a una investidura, pero no parece que ése fuera el objetivo. Lo único que se le podrá reprochar a Feijóo si va a la investidura sabiendo que no tendrá apoyo suficiente es que utilice, por cálculo político, un instrumento que no debe usarse para fines distintos para los que está diseñado. Pero si a unos se les permitió saltarse las reglas sin problemas, a otros no se les puede exigir el más estricto cumplimiento.

Temas

En España

    0
    comentarios