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Despotismo político e intelectual

A esos golfos políticos les basta un eslogan, por ejemplo, "mayoría social de progreso", para destrozar los cimientos del régimen democrático.

A esos golfos políticos les basta un eslogan, por ejemplo, "mayoría social de progreso", para destrozar los cimientos del régimen democrático.
Pedro Sánchez, junto a Yolanda Díaz durante la constitución de las Cortes | EFE

Una sociedad anestesiada por golfos políticos merece pocas consideraciones morales y menos aún intelectuales. Son sociedades despreciables en términos políticos. Es el caso de la llamada sociedad española. Sin embargo, este tipo de condena abstracta no lleva a ningún sitio. Es vacía. Se requiere para que tenga alguna eficacia crítica dar nombres y apellidos. La crítica es concreta o no es. Sí, la mayoría de los políticos españoles, reunidos en bandas o partidos políticos, han bloqueado el funcionamiento legítimo de las instituciones políticas hasta el punto de vendernos como democráticos procesos, sin duda alguna, despóticos. Autoritarios. La constitución de la Mesa del Congreso de los Diputados es un ejemplo de esa golfería. Ese acto no es sólo una indecencia moral, sin apenas legitimidad, porque deje fuera de ella al tercer partido más votado de España, sino porque destroza por completo los componentes esenciales de todo proceso democrático: justificar con razones (ilustración) toda decisión política de acuerdo con la conciencia pública o política de una sociedad civil desarrollada.

A esos golfos políticos les basta un eslogan, por ejemplo, "mayoría social de progreso", para destrozar los cimientos del régimen democrático. No están solos los políticos en ese destrozo de la democracia. Están respaldados por grupos de personas que se dedican al trabajo "intelectual". Investiguen, pues, los moralistas por qué se ha llegado a este nivel de deterioro institucional, pero, por favor, no se olviden de estudiar el comportamiento de los intelectuales que han justificado la destrucción de ese humus democrático. Esta gente siempre es más cruel que sus jefes políticos. Busquen y rebusquen en las universidades, en los periódicos, en las editoriales, en los libros a esa "gente" y los hallarán con facilidad por todas partes. Nadie en su sano juicio dirá que se han guardado las formas en la Constitución de la Mesa del Congreso de los Diputados, salvo los intelectuales que siguen con obediencia perruna a los políticos.

La conformación de la Mesa del Congreso es una patraña urdida por golfos (sic) políticos. Pero esa tropelía podría pasar desapercibida, en mi opinión, si la comparamos con la crueldad de los intelectuales (periodistas incluidos en esa categoría) que la justifican con una palabrería digna de mejor causa. Se trata de un escándalo legal, moral y político perfectamente tapado por los intelectuales. Este robo de la soberanía popular no tiene un pase. Basta ya de juegos malabares con el autoritarismo impuesto por los separatistas, los exterroristas, los comunistas y los socialistas. ¡De la derecha para qué hablar! Esta gente utiliza las votaciones para eliminar cualquier atisbo de democracia. Váyanse, pues, todos, los políticos y sus intelectuales, a la UE, o con el separatista de Waterloo. O sea lárguense a tomar por saco. ¡Han conseguido que la entera sociedad española chapotee en su lodazal!

La Constitución de la Mesa del Congreso de los Diputados es el mejor reflejo del régimen despótico impuesto en España por los separatistas de Cataluña y exterroristas del País Vasco. Nadie vea en ese acto antipolítico el resultado de cesión alguna de Sánchez al separatismo. Falso. El jefe de los socialistas no es causa de nada sino un trágico efecto de la política criminal del separatismo catalán y vasco. Ley de amnistía, referéndum de autodeterminación, incorporación de Navarra al País Vasco, obligatoriedad de declarar lenguas oficiales en el parlamento español el gallego, el catalán, el vasco y, en fin, cualquier cosa que deseen las bandas políticas de Cataluña y País Vasco se llevaran a cabo con un fuerte respaldo intelectual de toda la prensa de izquierda y de una gran parte de la derecha.

Porque los "intelectuales" son siempre, insisto, más crueles que los políticos a la hora de justificar el crimen, dirán que hay demasiados miembros del PP en la Mesa del Congreso y, por supuesto, que es muy justo y conveniente que VOX, la tercera fuerza política de España, esté fuera. Cualquier cosa escupirán los llamados "intelectuales", salvo reconocer que la Constitución de las Cortes muestra descarnadamente el ejercicio despótico de los separatistas y exterroristas sobre las formaciones políticas, por llamarles algo, que dirigen Sánchez y Díaz. Es obvio que los enemigos del Estado-Nación, España, manejan con desparpajo al muñeco de La Moncloa. Éste no cede ni concede nada. Los nacionalistas ya no reivindican sino imponen su entera agenda a Sánchez y Díaz. ¡Y Feijóo dudando sobre qué hacer! Dejémonos, pues, de pamplinas a la hora de levantar acta del despotismo nihilista de la derecha y la violencia política impuesta por el "bloque progresita", o sea totalitario. La España democrática está dando sus últimos suspiros. Y, además, en este caso no estoy solo en mi diagnóstico, me acompañan en esta ocasión algunos sensatos socialistas, por ejemplo, Emiliano García-Page, quien ha reconocido que "ahora, después de la constitución de las Cortes, es cuando empieza la feria".

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