
Para olvidar la obscenidad de la foto de una vicepresidenta del Gobierno con un fugado de la justicia española, ordeno un estante de mis libros de poesía. Varios caen al suelo. El primero que recojo es uno bellamente editado. El título es llamativo: Ángel en llamas. Entre sus páginas aparece una cuartilla escrita a máquina, ya casi es de color sepia, no sé exactamente si es una simple señal para recordarme dónde me quedé leyendo, o quizá la puse ahí para resaltar la calidad de un poema. Por si es lo segundo, releo el titulado Cadaqués. El poema tiene versos de extraordinaria belleza.
Estaba todo limpio como
en la primera mañana de la creación
podía estar, no inaugurado, el mundo.
Y sin embargo era posible, Salvador, que hubiera
sofás en vez de rocas y mesillas de noche
en la playa purísima.
Fascina. Sigue gustándome. Es muy bueno. Lo releo y toca mis mejores afectos. Mi alma. Pero este poema, un sutil homenaje de un español de Madrid a uno de Cadaqués, lejos de hacerme olvidar el significado de la foto de los dos delincuentes, me entristece porque me hace pensar y sentir sobre todo lo que podría ser este país y, sin embargo, no es. Me llena de angustia, sí, porque la generosidad, el altruismo y la liberalidad, expresado por un poeta para reconocer el poder de un artista plástico, un genio de la pintura contemporánea, contrasta con el extremo resentimiento, odio e ira de estos dos cómplices contra España.
El madrileño César González-Ruano, acogido siempre a la hospitalidad poética catalana, escribió con precisión lo que vió en Cadaqués, en Port-Lligat: "Estaba todo limpio como / en la primera mañana de la creación". Y se lo transmitió a su creador, Salvador Dalí.
Lo vimos
así Amante y yo.
Pensamos
juntos que eso es lo real en Port-Lligat.
Mentalmente te pusimos un telegrama a Nueva York:
´De acuerdo con mesillas y divanes Stop
saludos a tu Gala de mi Mary os esperamos
en cualquier tren de mar.
Adiós.
¿Y nosotros, hijos de un tiempo revuelto y cochambroso, qué podemos escribir? También lo que vemos: el desprecio, el odio y la ira contra todo los que nos une. Y nos hace libres. El resentimiento contra todo aquello que nos hace excelentes, ni más ni menos que por la verdad, el bien y la belleza que contiene, está contenido en la foto de una vicepresidenta del Gobierno de España con un fugado de la justicia por golpista. El Gobierno en funciones destruye cada día más la convivencia entre los españoles y utiliza su fuerza nacional casi para fines privados. El abismo está ahí para todos… Cierro el libro de poemas. Desdoblo la señal, la cuartilla casi de color sepia, que me avisaba del poema de González-Ruano a Dalí. Es un llamamiento, un pasquín, en fin, un comunicado escrito a multicopista en 1981, dirigido por UGT al pueblo de Madrid, firmado por UCD-PSOE-PCE-AP-CCOO-UGT para "manifestarnos entre Embajadores y la Plaza de las Cortes el viernes 27 de febrero, para expresar la serena y unitaria voluntad común" contra el intento de Golpe de Estado de los días 23 y 24 de febrero de 1981. Exactamente eso, la serena y unitaria voluntad común, es lo que está a punto de desaparecer.
La foto de Puigdemont, un delincuente penal, y Díaz, una malhechora moral, es una prueba de que el mal radical contra España no está, nunca ha estado, sólo en los separatistas sino en el Poder central que abandona su principal misión, dar legitimidad permanente a la nación. El retrato del separatista con la vicepresidenta del Gobierno es otra etapa hacia el abismo. Pero, por fortuna, creo que aún no han conseguido destruir el lema del pasquín difundido por UGT: "Por la libertad, la democracia y la Constitución". ¿Podría ser, otra vez, la consigna liberadora de los que aman su nación.
