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El PSOE como problema

Sólo un puñado de socialistas podría evitarle a España y al Rey lo que se avecina. ¿Los hay?

Sólo un puñado de socialistas podría evitarle a España y al Rey lo que se avecina. ¿Los hay?
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, junto a Juan Espadas (2i), participa en un acto del PSOE en la Rinconada (Sevilla). | EFE

Poco a poco muchos hemos ido comprendiendo que España, al menos la España constitucional, no es el problema, o al menos no el principal; que el nacionalismo, sea el que sea, no es el problema; que el comunismo no es el problema. El problema de España desde hace mucho es el socialismo procedente de aquella reunión de 1879, de su absurda deserción de la tradición nacional, de su herencia ideológica en tanto que fijación con la toma de poder sea como sea y sea con quienes sea y de su desprecio por la democracia (formal, se subraya) como forma de gobierno.

Para abreviar a bajonazos, los separatismos y los comunismos pueden ser una mosca cojonera para España, más o menos agresiva, pero no son un problema esencial para la nación ni para la democracia. Si se suman los diputados del PSOE, el PP, Vox y los demás partidos que son, o deberían ser, constitucionalistas, se alcanza la cifra de 293 escaños, que es una mayoría absolutísima que podría reformar ampliamente cualquier normativa y reducir al mínimo la influencia de unos partidos que son minoritarios, aún estando beneficiados, como lo están, por una Ley Electoral que podría cambiarse. Pero no. El PSOE de Pedro Sánchez prefiere otra vía, que ya fue ensayada en el pasado y que fue, como se sabe, la antesala de la Guerra Civil.

Desde los tiempos de Jarcha y Adolfo Suárez se sabía que la España sociológica que se fraguó bajo el franquismo, a la que conocía mejor que nadie Amando de Miguel, iba a ser sobre todo obediente, deseosa de convivencia, ansiosa por sus libertades y tolerante con los adversarios. Aquella España creyó que la Constitución de 1978 había recogido las aspiraciones básicas del nacionalismo y creyó que el comunismo, entonces eurocomunismo, había asumido la democracia y la monarquía constitucional. Lo mismo se suponía de un PSOE, dubitativo al principio.

De hecho cuenta Alfonso Guerra en sus nuevas, rositas y espinosas rememorias que ya no sé cuántas van, y así me lo ha subrayado Agapito Maestre, que fue el PSOE el que se empeñó en que la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados votara si República o Monarquía. Es interesante lo que cuenta y cómo lo cuenta:

Nos parecía algo obligado, porque nosotros planteábamos que se debatiera y se votara entre república o monarquía. No nos entendió nadie; ningún periódico, ningún partido, ni siquiera el Partido Comunista. Todos nos acusaron de irresponsables por proponer ese voto particular sobre la forma del Estado. Pero en el PSOE estábamos firmemente convencidos de que si no se votaba, esa monarquía sería la del dictador. En cambio, si se sometía a votación sería una monarquía democrática, la de la soberanía nacional. El 11 de mayo de 1978 se votó en la Comisión Constitucional en el Congreso de los Diputados y salió por trece votos a favor de la república, veintidós en contra y una abstención. En consecuencia la monarquía quedó recogida tal y como estaba en el texto constitucional y después se llevó a referéndum. De modo que se trata de la única monarquía del mundo que ha sido ratificada en el parlamento y después mediante referéndum popular.

Pero, claro, aceptar la monarquía conlleva aceptar toda la letra de la Constitución y, especialmente, la del artículo 62, perteneciente el Título II sobre la Corona, que dice:

Corresponde al Rey:

a) Sancionar y promulgar las leyes.

b) Convocar y disolver las Cortes Generales y convocar elecciones en los términos previstos en la Constitución.

c) Convocar a referéndum en los casos previstos en la Constitución.

…/…

i) Ejercer el derecho de gracia con arreglo a la ley, que no podrá autorizar indultos generales.

Afirma el antiguo vicetodo de aquel PSOE que el Rey Felipe VI va a tener un problema moral en el caso de tramitarse, sea cual sea la forma con que se maquine, una ley de amnistía que prohíbe expresamente la Constitución al Rey. Tendrá "problemas morales", recalca , "si tiene que firmar eso" porque "tendrá que acordarse del discurso que hizo el 3 de octubre (de 2017), porque ese texto sería exactamente lo contrario del discurso que hizo". Y contrario a la Constitución, que lo excluye de su derecho de gracia.

¿Sólo el Rey tendrá ese problema? ¿Y los socialistas que aceptaron la Monarquía constitucional en una doble votación democrática en 1978 no sentirán el mismo problema moral?

España sí que tiene un problema, pero no es moral. El problema es un PSOE incapaz de reformarse y definirse de una vez como un partido español, no sólo en sus siglas, y democrático, sin métodos ni ambiciones dictatoriales. Sólo un puñado de socialistas podría evitarle a España y al Rey lo que se avecina. ¿Los hay?

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