
Excmo. Sr. Don Pedro Sánchez Pérez-Castejón, Presidente del Gobierno del reino de España:
Ya comprendo que manifestarle mi desprecio no es propio de gente de buena crianza. Quizá sea porque no la tengo. Pero, en cualquier caso, estoy seguro de que es un sentimiento recíproco, aunque con algunas diferencias. El mío hacia su persona, como a usted le gusta referirse a sí mismo, no se debe a ningún prejuicio, sino a sus obras, que luego relataré sucintamente. Mientras que el suyo hacia mí se funda exclusivamente en mi condición de español, pecado que al parecer suscita en usted un profundo desprecio, que no otra explicación puede haber a sus hechos.
Yo desprecio el modo en que accedió a la presidencia del Gobierno, comprando con futuras canonjías y privilegios a un magistrado de cámara para que introdujera en una sentencia las morcillas que justificaran la moción que presentó. Yo desprecio el modo en que compró a los nacionalistas vascos, cuya naturaleza traicionera, rastrera y despreciable no vale para exculparle a usted de la abominable compra que hizo usted de sus votos. Yo desprecio el modo en que ha degradado la educación de los españoles, dejándoles pasar de curso con suspensos o liquidando la educación especial, para que, siendo su ignorancia cada vez mayor, se vean desprotegidos en el mercado laboral y necesiten la protección que, como una banda mafiosa del Chicago de los años veinte, usted y su partido les brinde. Yo desprecio el modo en que compra los votos de los españoles más alcanzados, los jubilados y los trabajadores menos cualificados, brindándoles subidas de pensiones y salarios mínimos que enseguida quedan compensadas con la inflación que sin embargo perjudica más a quienes se preocuparon, con esfuerzo, de tener mejores ingresos durante su jubilación ahorrando e invirtiendo o de tener mejores salarios formándose y trabajando. Yo desprecio el modo en que se ha mantenido en el poder violando la igualdad de los españoles ante la ley indultando a quienes intentaron acabar con la unidad de España, reduciendo las penas de los delitos que cometieron o suprimiéndolos directamente del Código Penal a cambio de que los golpistas lo mantuvieran con sus votos en el poder. Yo desprecio su alianza con los partidarios de la ETA, asesinos de buenos españoles, cuyos votos hoy recibe de buen grado si son necesarios para mantenerse en La Moncloa. Yo desprecio que incorpore a su Gobierno confesos antidemócratas, comunistas ignaros que cobran de potencias enemigas de la democracia, en general, y de España, en particular, con tal de tener sus votos para sostenerse en el cargo. Yo desprecio muy especialmente a todos los ministros que, teniendo modo de ganarse la vida honradamente por ser funcionarios, prefieren ser cómplices de todas estas fechorías despreciables a cambio de prebendas y oropeles. Por último, desprecio profundamente la destrucción que se propone hacer de la igualdad de todos los españoles ante la ley disfrazándola de generosidad cuando es la máxima expresión del egoísmo al sacrificar a una nación entera por mantenerse usted cuatro años más como presidente del Gobierno. Yo desprecio todo esto, señor presidente del Gobierno.
