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El aplauso de los traidores

¿Qué aplaudía exactamente esta gente? Seguramente a Sánchez, presente también en el acto de exaltación de la Carta Magna.

¿Qué aplaudía exactamente esta gente? Seguramente a Sánchez, presente también en el acto de exaltación de la Carta Magna.
Los asistentes al Congreso, socialistas incluidos, han aplaudido atronadoramente a la heredera en el día de su jura de la Constitución. | Dailymotion

La ultraizquierda y el separatismo, los dos grandes valedores de Sánchez, decidieron no acudir a la jura de la Constitución de la princesa Leonor, un gesto que se agradece porque su presencia en este acto solemne hubiera dado lugar a ciertas imágenes francamente irritantes. Sobre todo para ellos, porque el aplauso de las Cortes Generales, interminable hasta que Francina Armengol le puso fin a la vista de la expresión de fastidio de Sánchez, hubiera sido un trago muy amargo al enfrentarlos a la realidad de que su proyecto republicano aún no está suficientemente maduro.

De haber estado presentes, los diputados jabalíes (así se les llamaba en la II República) habrían permanecido sentados y sin aplaudir, clavando en el corazón de la princesa el frío estilete de su indiferencia. Pero ese ataque les pareció insuficiente y decidieron no participar en la sesión solemne de las Cortes para disgusto de la princesa Leonor, cuya educación y saber estar le permitieron afrontar el trago con su sonrisa más luminosa. La procesión iba por dentro, claro.

La falta de elegancia del mundo radical y sus protestas pueriles contra el Rey son consustanciales al izquierdismo más sectario y un gesto identitario en el ambiente tribal que impera en las facultades de sociología de las universidades españolas. El problema es que sus miembros más destacados están en las instituciones y algunos incluso en el Gobierno. Ese es nuestro hecho diferencial.

Les quedan muchas décadas de agudizar las contradicciones de la superestructura para propiciar un referéndum republicano que, obviamente, perderán de manera abrumadora, porque los españoles no somos monárquicos por una cuestión estética ni, mucho menos, religiosa. Es que ves a los que quieren una república y, qué podemos decir, rojillos, viva la Corona española por 20 siglos más.

Lo más espectacular, sin embargo, ha sido el aplauso de la bancada socialista tras el juramento de la princesa, justo el día después de que el número tres del PSOE acudiera a Bruselas a rendir pleitesía a Puigdemont. ¿Qué aplaudía exactamente esta gente? Seguramente a Sánchez, presente también en el acto de exaltación de la Carta Magna, tres días después de anunciar que la violará sin miramientos para seguir en el poder.

En realidad, a la izquierda no le preocupa la forma del Estado sino el régimen de libertades consagrado en la Constitución del 78, que es el objetivo real a batir. La Corona, como símbolo de la unidad nacional y de permanencia del Estado, es el mayor impedimento para culminar su proyecto, de ahí el odio ridículo que profesan a su titular y, de paso, a su heredera.

Mas perded toda esperanza, oh sanchistas, podemarras y asimilados: seguiréis siendo súbditos de la corona española junto a toda vuestra descendencia porque, como ha quedado claro en este día, hay monarquía para varios siglos más. Lo que vais a disfrutar.

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