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¿Saben en Vox que son un partido de Gobierno?

Conviene conducir con inteligencia estratégica el enfado monumental de los ciudadanos de bien para que tenga la máxima eficacia política.

Conviene conducir con inteligencia estratégica el enfado monumental de los ciudadanos de bien para que tenga la máxima eficacia política.
El vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García Gallardo, en una de las manifestaciones de Ferraz. | Europa Press

Hay una circunstancia de gran trascendencia política sobre la que los dirigentes de Vox no parecen haber reflexionado: son un partido de gobierno en ayuntamientos y comunidades autónomas y eso les obliga a actuar con una dosis añadida de responsabilidad. Deberían valorar ese hecho a la hora de decidir la estrategia de acción política, porque no es lo mismo ser una formación extraparlamentaria que necesita significarse en el espacio público para darse a conocer, que un partido que gestiona presupuestos públicos abultados, como ocurre con Vox en la actualidad. En el primer caso es comprensible que envíen a sus dirigentes y afiliados a las sedes de otro partido político a insultar a su líder o a gritar que el rey es masón. En última instancia, se trata de ocupar minutos de telediario para darse a conocer a su electorado potencial. Pero si estás en el Gobierno de una ciudad importante o de una comunidad autónoma no debes llamar a rodear las sedes del partido rival porque, en democracia, es la oposición la que se manifiesta contra el Gobierno. Lo contrario solo ocurre en otros sistemas políticos bien conocidos por todos. También por los que mandan en Vox.

Es perfectamente compatible mantener un activismo constante contra las pretensiones de Sánchez de hacer saltar por los aires el orden constitucional con actuar de acuerdo con lo que la Constitución exige de los políticos que están en el poder. Y los de Vox, insistamos en ello, lo están. Por eso, conviene conducir con inteligencia estratégica el enfado monumental de los ciudadanos de bien para que tenga la máxima eficacia política, evitando coartadas tan baratas como las que están brindando a la izquierda los espectáculos que estamos viendo frente a las sedes del PSOE. Porque si bien los frikis tienen derecho a presentarse en una concentración contra el golpe de Estado de Sánchez pidiendo un "¡Golpe de Estado, ya!", como ha ocurrido en alguna de estas convocatorias, el apoyo, el llamamiento y la presencia de dirigentes de Vox (¡desde el Gobierno! Insistamos otra vez) convierte estas concentraciones tumultuosas en un escrache contra el rival político realizado desde el poder, un acto que debería repugnar a cualquier persona respetuosa con los usos de la democracia.

Pero, si el respeto a las reglas del juego no es argumento suficiente para hacer reflexionar a los que dirigen una consejería o una concejalía importante por la mañana y por la noche se van a escrachar a la oposición, apelemos a su visión estratégica en unos momentos trascendentales para nuestra Nación. Es inútil, claro. En realidad, va a ocurrir todo lo contrario y la agitación callejera contra Sánchez va a proporcionar a la izquierda una munición pesada con la que no contaba cuando comenzó a perpetrar su tremenda traición.

Cuando el lema del movimiento ciudadano que se enfrenta a las traiciones del sanchismo es el de "España acaba de despertar, hijos de puta", poco podemos esperar, salvo rezar para que no haya una desgracia en las performancias ante las sedes socialistas y que Sánchez forme Gobierno, porque si tiene que adelantar las elecciones, esta vez arrasará.

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