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Cristina Losada

El golpe derrotado sale triunfador

Dicho en corto: el PSOE acepta que los independentistas tenían razón en su desafío y en su rebelión, y hace suyas sus (sin)razones.

Dicho en corto: el PSOE acepta que los independentistas tenían razón en su desafío y en su rebelión, y hace suyas sus (sin)razones.
Carles Puigdemont y Pedro Sánchez. | Archivo

La pregunta no es en qué ha cedido el PSOE a Puigdemont. La pregunta es en qué no ha cedido. El "Acuerdo PSOE-Junts" tiene distintas capas, pero la más externa, la capa retórica, no debe ni puede ser minusvalorada, porque al modo de los preámbulos de las leyes, da sentido interpretativo a todo lo demás. Y no hay ambigüedad. Hay, negro sobre blanco, una traslación explícíta de la narrativa independentista que acompañó al proceso y al golpe. No es un reconocimiento desde la distancia, no. Los socialistas la hacen suya y, en consecuencia, reconocen, no la legalidad, pero sí la legitimidad de cuanto hizo el separatismo catalán para desafiar el orden constitucional y finalmente romperlo. Dicho en corto: el PSOE acepta que los independentistas tenían razón en su desafío y en su rebelión, y hace suyas sus (sin)razones.

Todo. Ha entrado absolutamente todo. Ha entrado una amnistía para los delincuentes hecha al dictado de los delincuentes. Y vaya delincuentes, lo mejor de cada casa. Entra que la Justicia no actuó conforme a la ley, sino como brazo de una persecución política al independentismo. Entra el asentimiento a que unas comisiones de investigación parlamentarias revisen y anulen procesos judiciales, condenas, lo que haga falta. No estamos ante la típica politización: es una intromisión en toda regla, una quiebra de la separación de poderes sin precedentes. Entra un reconocimiento formal, inédito, a la exigencia de un referéndum de autodeterminación, con inclusión del artículo de la Constitución que se utilizaría para hacerlo. Y lo más insólito y peligroso de todo: entra un mediador internacional en la negociación sobre asuntos que conciernen al orden constitucional, a la integridad territorial y a la igualdad y los derechos de todos los ciudadanos. La inclusión de actores internacionales significa abrir la puerta que permaneció cerrada, en 2017, a un reconocimiento en el exterior de la declaración de independencia de Cataluña.

El golpe separatista fue derrotado y ahora sale triunfador. A cambio, no ceden nada ni le aseguran siquiera la silla a Sánchez. El mindundi al que enviaron a Bruselas dice que es un acuerdo de legislatura, pero se ve que no ha leído el papel que firmó. La fiesta se acabará cuando quiera Puigdemont. Además, para regodearse, así lo ha dicho expresamente. No habrá en la historia reciente de España un documento más degradante. En forma y fondo. Quizá haya que remontarse a las Abdicaciones de Bayona. Cierto, el PSOE no ha firmado la Declaración de Independencia de Cataluña. Pero al tiempo. Esta será la crónica de una capitulación anunciada, pero por más anunciada que estuviera, da vértigo. Cuando se dio a conocer, estaba oyendo a Felipe González hablar de la centralidad del PSOE. Pero ese PSOE del que habla González, y del que ha hablado Feijóo, no existe. Se acaba de publicar su certificado de defunción. Con su firma y la de Puigdemont.

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