Menú
Agapito Maestre

En el día de la Nicolasa

Miles son las espinas de nuestro sistema político. Quizá la más dura sea hacernos pasar por democracia lo que no pasa de ser una cleptocracia.

Miles son las espinas de nuestro sistema político. Quizá la más dura sea hacernos pasar por democracia lo que no pasa de ser una cleptocracia.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, conversa con el presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido, durante la celebración del Día de la Constitución en el Congreso. | EFE

Frío polar en Madrid. Paseo por la carrera de San Jerónimo y siento un asco infinito hacia la casta política. Espero que se me pase pronto. Transcurrió el día de San Nicolás, 6 de diciembre, con más penas que glorias. La Nicolasa está dando sus últimos suspiros. Abrieron el parlamento para celebrarla, o sea, para que unos fueran a darle ánimo y otros a cantarle el gori-gori, una canción de despedida. Todos simulan quererla, pero es obvio que esto ya no se lo cree nadie. El gentío estaba de puente. Las vísceras de la Constitución están repartidas por la sede de los partidos, cuyos miembros y afiliados más prominentes se entretienen en disputárselas con malas artes y a navajazo partido para ver quien le saca más provecho. ¡Pobre Nicolasa!

Veo los caretos de los políticos y no puedo dejar de maldecirlos. Están todos cortados por el mismo patrón de ruindad y traición. Pero qué hace toda esa gente ahí, en el Parlamento, mientras unos delincuentes y políticos del PSOE, algunos sentados en los escaños del parlamento nacional, negocian de igual a igual en Ginebra cómo destruir más rápido y mejor la nación. ¡Qué gentuza! Son cínicos de libros. Mienten. Ponen cara de domingo. Son todos intercambiables. Cobran sus soldadas y hacen como que hacen. Pero, en realidad, no tienen nada que decir ni que ofrecer. Sus proyectos políticos son poco menos que vacíos. Son parecidos a sus convencionales y trillados orígenes. La casta política española es toda ella muy similar, entre ellos apenas hay diferencias, salvo para soportarse. Las etiquetas izquierda y derecha son poco creíbles. Por desgracia, todos se amolda con extraordinaria rapidez a los caprichos de un tipo indecente e inmoral. Un impostor. Un dictadorzuelo de baja estopa rodeado de ricachones socialistas, comunistas y separatistas. Este fulano está acabando con lo poco que había de democracia, pero dicen los aguerridos muchachotes de la Oposición que lo combatirán en la calle, las instituciones y con la ley en la mano. Ojalá sea verdad. Pero lo dicen de tal modo que uno no se lo cree. Los políticos nos roban por todas partes. Ya sé, ya sé que Sánchez se lleva la palma, porque nos roba todo aquello que nos constituye como ciudadanos, e incluso nos precede, está ahí antes de que el ciudadano haya nacido: la nación, base de la Constitución.

¡Quizá me pase en mi transvaloración! Acaso exagero en mi equiparación de los políticos. Quizá. Y, sin embargo, hoy, el día de la Nicolasa, me voy a permitir en su honor equiparar a toda la casta política por haber sido indecente con ella, sí, por haber convertido la democracia que ella quiso traer en una cleptocracia. No acuso de cinismo a todos los políticos el día de la Constitución, digo algo peor: son todos unos cleptócrastas. Todos hacen como si la cosa fuera normal, pero no lo es. Nos roban. Y estoy tentado de decir que España no es una democracia sino una cleptocracia. Parece que no pasa nada. Pero sí que pasa, porque la casta política se amolda a la situación de excepción provocada por Sánchez y su banda. Esto no lo digo con pesimismo sino por amor fati, que es una magnífica expresión latina para aceptar de modo provechoso el curso completo de la vida; tengamos, sí, amor al destino de nuestra existencia, incluso miremos con buenos ojos a la cleptocracia política que nos ha tocado vivir. Aceptemos con alegría lo que nos depara la existencia. Miles son las espinas de nuestro sistema político. Quizá la más dura sea hacernos pasar por democracia lo que no pasa de ser una cleptocracia al servicio de una casta política profundamente corrupta. Sí, también de la cleptocracia sanchista se puede aprender. Extendámonos siempre que podamos en la exposición de motivos de este régimen, pero no olvidemos de detallar lo robado por cada político.

Eso, el robo, se puede calcular, según me aconseja un matemático, con absoluta precisión. Porque no se trata de robos ocasionales, sino permanentes y continuados, que pueden medirse a la molécula. Para empezar, cada uno de los diputados actuales está beneficiándose del montante que corresponde a quienes no votan o no les han votado. Si divides 37.000.000 de votos/votantes entre 350 escaños, tenemos que para obtener un escaño se requieren 105.715 votos. Si sumamos todos los votos de todos los diputados actuales, vemos que están robando muchísimos millones. Si aplicamos el mismo criterio en los parlamentos autonómicos, las dimensiones del robo son cósmicas. Y cuando bajamos al nivel local, las cifras son monstruosas. En el suma y sigue de un cálculo matemático, tenemos que el problema de los nacionalistas-separatistas desaparece, porque el número de escaños que ocuparían no llegarían ni a la mitad de los que detentan. Con las matemáticas en la mano, podemos hacer el cálculo exacto de todo lo que se ha robado en el medio siglo que está a punto de cumplir esta CLEPTOCRACIA nuestra que llaman democracia.

Ay, amigos, el día de la Nicolasa también me trajo alguna esperanza; a la misma ahora que tecleo estas líneas, me escribe por WhatsApp un buen amigo, gran lector, aficionado a los toros y fiel seguidor de José Antonio Morante de la Puebla, como un servidor de ustedes. Sus líneas van cargadas de amargura y nostalgia pero, ya digo, a mí me suenan a música celestial: "Cuatro locos, de todas las edades y condición, hemos paseado a la policía del autócrata Sánchez por las calles de Argüelles, hemos intentado llegar a la Moncloa pero, al final, tuvimos que replegarnos en Ferraz… El resto de obedientes ‘españoles’ hacen sus compras de ‘Navidad’".

Pues eso, querido Álvaro (que es el nombre de mi corresponsal), que me siento orgullos de tenerte como amigo.

En España

    0
    comentarios