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Santiago Navajas

Una feminista contra el feminismo

El libro antifeminista de TGB no solo es una lectura obligada para cualquier mujer con cerebro sino también para los hombres que sí amen a las mujeres

El libro antifeminista de TGB no solo es una lectura obligada para cualquier mujer con cerebro sino también para los hombres que sí amen a las mujeres
Manifestación feminista en Madrid | David Alonso Rincón

"No voto con la vagina" explicaba Susan Sarandon cuando le recriminaban que no votase a una mujer, Hillary Clinton. Si no votaba con la vagina, ¿con qué votaba la actriz norteamericana? Pues con el cerebro, coño. También escribe con el cerebro Teresa Giménez Barbat (TGB), aunque el suyo está mucho mejor amueblado que el de Sarandon. No por casualidad es escritora, ex eurodiputada, ex parlamentaria europea por el Partido ALDE (liberales) e impulsora de Euromind, una organización que celebra debates sobre ciencia y humanismo, entre tecnología y política, para ampliar las fronteras del conocimiento y transformar la ciencia con perspectiva objetiva, crítica y fundamentada.

De los cimientos de Euromind destaca uno para el libro sobre feminismo que ha escrito TGB: el escepticismo. Cualquiera que abra este libro debe estar preparado para ver cómo sus creencias más queridas, sus dogmas más sólidos, sus sesgos más consensuados saltan por los aires debido a la crítica científica, se hunden en el océano de las evidencias empíricas y se autodestruyen en la orgía de las contradicciones políticamente correctas.

Me gusta empezar los libros por el final, por la bibliografía, porque así se puede apreciar el aura intelectual del autor, el aire de familia que contextualiza ideas, acciones y sentimientos. En el caso de TGB es inequívocamente la Ilustración contemporánea. De Tzvetan Todorov a Thomas Sowell pasando por E.O. Wilson entre los clásicos; de Susan Pinker a Debra Soh pasando por Elizabeth Loftus entre las referencias más actuales.

Parte TGB de que el feminismo ha sido corrompido de tal forma por la ideología de género que no tiene mucho sentido seguir etiquetándose de feminista ni aunque sea con un adjetivo que dote de sentido a la referencia. En su caso, podría ser feminista liberal, pero también el liberalismo es demasiado equívoco hoy en día. Así que harta y para nada perezosa, TGB se lanza a la batalla cultural contra el feminismo como Nietzsche arremetía contra la filosofía. Si el pensador alemán se comparaba con dinamita, a TGB la podríamos comparar con una bomba termonuclear arrojada sobre la ciudadela del feminismo hegemónico asociado a la ideología de género y a la agenda política de izquierdas. Como sostiene TGB (p. 307)

«El feminismo ya no es más que un movimiento victimista y excluyente presa de la funesta antidemocrática ideología de género (...) se pasó de pedir justicia a ser injustos, y de exigir igualdad a exigir privilegios.»

El libro de TGB tiene un inequívoco aire panfletario en el mejor sentido de la expresión, en la estela de los ilustres modelos de Arcadi Espada y Fernando Savater. Tiene también un poso científico basado en la mejor bibliografía para guiarnos en la selva enrevesada del debate sobre el sexo y el género en una época en la que te "funan", te "escrachean" e incluso te despiden si defiendes que el sexo es binario y no un espectro como la raza (sobre la raza también te funan, escrachean y despiden dependiendo del sentido y el alcance con el que uses el concepto. Si es para política de cuotas y discriminación positiva no hay problema).

El libro también se podría haber llamado, a lo Woody Allen (otro de los funados, escracheados y censurados por el degenerado feminismo de género), Todo lo que quiso saber sobre el debate nature/nurture, la interseccionalidad, cosas de hombres/mujeres, el movimiento queer, los trans (–sexuales y –géneros), Loretta, la violencia de género, Estambul, la brecha salarial, la deconstrucción del varón, lo de solo sí es sí, y, claro, el sexo, pero nunca se atrevió a preguntar.

Por ejemplo, sobre la autoginefilia y su activista más renombrada, la científica Anne Alexandra Lawrence, que escribió un libro titulado misteriosamente (para los no iniciados en las parafilias) Hombres atrapados en cuerpos masculinos: narrativas del transexualismo autoginefílico, donde se explica que haya personas trans que pasan de hombre a mujer que quieran ser reconocidas como lesbianas. Si todo lo anterior le ha parecido un trabalenguas sin sentido hará muy bien en leer el libro de TGB porque una de sus muchas virtudes es que, a diferencia de Judith Butler la Papisa de la teología del feminismo de género, se le entiende todo dado que escribe con esa claridad que decía Ortega es la cortesía del pensador que no buscar esconder sus ideas en una jerigonza tan oscura como supuestamente profunda.

Con claridad expositiva, densidad conceptual y ese coraje intelectual que es la marca de la casa de los pensadores realmente relevantes, TGB ha escrito uno de los libros del año, sin duda el mejor respecto a su tema fundamental, el feminismo, lo que no deja de ser paradójico en un libro que se llama Contra el feminismo. Sin embargo, y la paradoja alcanza así niveles hegelianos, el libro de TGB puede hacer que el feminismo vuelva a renacer de sus cenizas, tras el incendio provocado por las Irene Montero y Carmen Calvo de turno, para volver a ser lo que fue: la reivindicación de que hay ciertos problemas que requieren un enfoque femenino, como las asimetrías laborales vinculadas a la especificidad de las mujeres, de los partos al cuidado de los niños. Sin olvidar, TGB no lo hace, que los hombres también tienen problemas específicos que el feminismo hegemónico no solo oculta sino niega, de los suicidios a los accidentes laborales pasando por el fracaso escolar.

El libro antifeminista de TGB no solo es una lectura obligada para cualquier mujer con cerebro sino también para los hombres que sí amen a las mujeres. El resto, féminas que piensan con la vagina y hombres tan deconstruidos que están completamente destruidos, pueden seguir con su lenguaje inclusivo, sus cuotas de género y su emasculación simbólica. Contra estos últimos, cita TGB a Alice Flamingo:

"El antifeminismo es la idea radical de que las mujeres tienen voluntad propia".

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