Menú
Carmelo Jordá

Ferraz

Sólo se puede regenerar esta sociedad desde una posición más elevada y no desde el mismo fango. A ser malos no podemos ganarles.

Sólo se puede regenerar esta sociedad desde una posición más elevada y no desde el mismo fango. A ser malos no podemos ganarles.
Piñata de un Pedro Sánchez ahorcado, apaleada por manifestantes en Ferraz. | EP

Vaya por delante que voy a escribir sobre algo que sé que es una no-noticia: cuando una movilización no sólo es muy minoritaria sino que no es en absoluto representativa de la realidad social no es noticia, por mucho que se mantenga en el tiempo. De hecho, que algo dure mucho suele ser una receta para apagar el interés informativo, no precisamente para encenderlo.

Y si algo es muy muy minoritario y sólo asoma a los medios por el interés espurio de algunos, lo que pueda ocurrir allí resulta irrelevante a todos los efectos, ya sean oraciones, insultos, el apaleamiento de un muñeco o que se pusiesen a cantar sevillanas, por decir algo.

Sin embargo, al asunto de las manifestaciones en Ferraz ha copado parte de la agenda mediática y política de los dos días que llevamos de año. ¿Por qué? No hay ninguna duda: porque al PSOE le interesa sobremanera que así sea. Si realmente los socialistas estuviesen preocupados o creyesen que el asunto les hace daño sus terminales mediáticas le darían la importancia que realmente tiene una reunión de un par de centenares de personas, la mayor parte de ellas estrafalarias: ninguna.

Pero no es así.

Yo estoy seguro de que la gente que estuvo en las primeras movilizaciones frente a la sede del PSOE y muchos de los que han ido desde entonces lo han hecho por una honesta preocupación por lo que Sánchez y los socialistas le están haciendo a España, convencidos de que eso, de alguna forma, podía ayudar a evitar el desastre al que nos estamos encaminando.

Sin embargo, a estas alturas empiezo a pensar más bien lo contrario: que un porcentaje cada vez más alto de los que participan en las serenatas nocturnas de Ferraz están encantados con que Sánchez siga en el poder y por eso se esfuerzan tanto en darle munición para lograrlo.

Porque en política las intenciones cuentan, pero como en tantas otras cosas de la vida, cuentan mucho más los resultados: si lo que haces sirve para que los socialistas llenen la agenda con tus tonterías en lugar de con sus disparates estás echándoles un cable del tamaño de la maroma de superpetrolero, por mucho que tú pienses que eres la única derecha y no paras de salvar España.

A estas alturas del artículo, si no antes, muchos estarán a punto de pronunciar la frase que es el bálsamo de Fierabrás de esta derecha presuntamente nueva que cada vez es más antigua: "Pero es que la izquierda hace lo mismo y lo hace más veces". Miren, estoy harto de decirlo: superar a esta izquierda que nos ha caído en desgracia y que es la peor que hemos tenido desde el 36 no es sólo una cuestión de más votos y aún menos de más cojones o puños más duros, es también y sobre todo un asunto moral. El camino para ser mejores que la izquierda no es ser igual de malos que ellos, es, permítanme la obviedad, ser mejores.

Y lo es por la razón obvia de índole ético: sólo se puede regenerar esta sociedad desde una posición más elevada y no desde el mismo fango; pero también por una cuestión práctica: a ser malos no podemos ganarles, nos falta experiencia y nos sobran, afortunadamente, los escrúpulos que ellos ya han perdido por completo.

Temas

En España

    0
    comentarios