
Hay gentes que odian la Navidad. Odian la alegría de los mayores y la inocencia de los más pequeños, las luces y los adornos, los regalos y los besos, las felicitaciones y los buenos deseos, las multitudes y los niños. Una mezcla entre Herodes y mr. Scrooge. Es frío su interior y venenoso su aliento. Desde Nochebuena a la Cabalgata de Reyes tratan de convencer al personal de que, en realidad, celebramos el solsticio de invierno, sintiéndose más eruditos y más críticos que el común de los mortales que cantan villancicos y descorchan el champagne. El amigo progre nos informa en pleno brindis por el discurso del rey de que Jesús no nació en diciembre (él no brinda porque es republicano y cuando alguien estornuda dice "salud"). Eso, con suerte, porque el colega ultraprogre afirma, con sonrisa torcida y ceja levantada, que Jesús nunca existió, que fue un "invent" organizado entre San Pablo y los cuatro evangelistas.
Entre los triunfos del cristianismo se encuentra el odio que las almas enfermas de resentimiento destilan contra Jesús. Su mera existencia les ofende. Por no hablar de su mensaje y su ejemplo. Jesús vivía de acuerdo a sus ideas de igualdad, amor y coraje. Justamente las mismas ideas de estos espíritus jibarizados, solo que ellos viven completamente de espaldas a ellas. Marx, su profeta alternativo, proclamaba que traerían el reino de Dios a la tierra, pero lo que han hecho los marxistas desde entonces ha sido construir diversos infiernos en los que machacan con martillos y cortan con hoces a los que se resisten a ser arrastrados a su pesadilla de miseria física e infamia moral.
Por sus negaciones los reconoceréis. Del mismo modo que un nacionalista jamás cita a España, y usa en su lugar el término "Estado", así un anticristiano jamás felicitará la Navidad y se limitará a desear felices fiestas. Lo que no deja de ser un progreso para el habitual reaccionario progre. En 1936 el muy nacionalista y muy progre Companys mandó fusilar al alcalde de Lérida, Joan Rovira i Roure, por organizar una cabalgata de Reyes. No solo los sectarios republicanos habían expulsado a los jesuitas, en uno de los actos más arbitrarios y viles de aquellos que pervirtieron la república liberal en su ansia de hacerla bolchevique, sino que habían organizado una cacería contra la institución cristiana, los sacerdotes cristianos, la población cristiana... Cuando Azaña proclamó que España había dejado de ser católica no expresó un hecho, sino un deseo. Cuando fueron tiroteados imágenes de Jesús y la Virgen durante una procesión de Semana Santa en Sevilla no fue obra de un loco suelto, sino la expresión de un talante de la izquierda más incívica, ignorante y sectaria, la que encarnaba Largo Caballero y ha heredado, como él mismo ha reivindicado, Pedro Sánchez. El presidente socialista, un año más, no se ha dignado felicitar la Navidad a los españoles.
La guinda de este sesgo anticristiano de la izquierda anticlerical española la ha puesto la entrevistadora oficial de Pedro Sánchez, Silvia Intxaurrondo, que ahora conduce un programa para elegir a los diez mejores españoles de la historia. Es normal que alguien tan orientada a la frivolidad y el socialismo, valga la redundancia, haya puesto en la lista a Mercedes Milá codo con codo con la Pasionaria. Pero lo más revelador es que no haya en la lista nadie vinculado, aunque fuese remotamente, con la Iglesia Católica. Ni Francisco Suárez, el más grande filósofo de nuestro país, ni ninguno de los grandes teólogos, filósofos y economistas de la Escuela de Salamanca, no digamos Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz; ni acordarse de Sor Juana Inés de la Cruz o Benito Feijoo. Aunque quizás me equivoque y no es que nuestra Pasionaria televisiva sea anticristiana, sino que simplemente no tiene la menor idea de los que he mencionado. Esto último no descartable en la responsable de una lista en la que no están todos los que son y tampoco son todos los que están (¿he mencionado ya que sale Dolores Ibárruri?).
