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Pablo Molina

Los cafelitos de Koldo

Los trinques han afectado directamente a los Fondos Next Generation, lo que agrava la condición de España como socio fiable para gestionar dinero del presupuesto de la UE.

Los trinques han afectado directamente a los Fondos Next Generation, lo que agrava la condición de España como socio fiable para gestionar dinero del presupuesto de la UE.
Europa Press

No se quejarán en la UE del grado de control con que España gestiona las ayudas europeas. En el caso de las compras de mascarillas encargadas por los dirigentes socialistas, los expedientes están siendo supervisados por los expertos del Tribunal de Cuentas, la Guardia Civil y la Audiencia Nacional, que están pasando el microscopio por los entresijos de una operación en la que, de momento, ya se ha detectado un trinque de más de 50 millones de euros. Y la investigación está todavía muy lejos de acabar. Ya quisieran otros países estar a nuestra altura en materia de supervisión.

Los trinques de la banda de Koldo han afectado directamente a los Fondos Next Generation, lo que agrava la condición de España como socio fiable para gestionar dinero del presupuesto de la UE. Estando en marcha una investigación judicial, lo más probable es que Bruselas acabe reclamando el dinero trincado por los koldos, una cantidad que de momento no es significativa pero sí susceptible de multiplicarse por varios factores cuando acabe la instrucción de los tribunales.

Los altos cargos socialistas que adjudicaron verbalmente estos contratos a una empresa sin experiencia, aunque muy bien recomendada, se escudan en la urgencia de aquellos momentos en los que no había material sanitario para justificar su decisión. Pero es justamente lo contrario: la pandemia no es un eximente, sino un agravante. Y es que, precisamente porque se recurría a un procedimiento de emergencia y sin licitación pública, hay que evitar de manera especialísima que haya la menor sospecha sobre la existencia de alguna relación con el adjudicatario del contrato. Hicieron lo contrario, como buenos socialistas, utilizar un procedimiento excepcional para saltarse todos los controles y adjudicar millones de euros a la empresa designada por el famoso Koldo, la versión chunga de Juan Guerra.

Como recordaba el otro día Federico, el hermano de Alfonso Guerra ("mienmano", lo bautizó el desaparecido Antonio Burgos) tenía despacho en la Delegación del Gobierno de Sevilla, donde tomaba cafelitos con los empresarios que querían montar un negocio, recalificar algún terreno o trincar una subvención. Era tal el ritmo de visitas que atendía durante la jornada, cada una con su cafelito correspondiente, que resulta asombroso que no acabara con la tensión por las nubes o ingresado en la unidad del riñón. Pero lo de este Koldo es peor. Teniendo en cuenta su vida laboral, mejor nos abstenemos de especular sobre los lugares que elegía para cerrar tanta gestión.

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