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La legislatura ya se ha acabado

Lo único que resta esperar ahora es que transcurran los preceptivos minutos de la basura previos al anuncio oficial de disolución de las cámaras.

Lo único que resta esperar ahora es que transcurran los preceptivos minutos de la basura previos al anuncio oficial de disolución de las cámaras.
Pedro Sánchez. | Europa Press

Esto se ha acabado. Lo único que resta esperar ahora es que transcurran los preceptivos minutos de la basura previos al anuncio oficial de disolución de las cámaras. Y es que, obtenida una amnistía de máximos y con la Generalitat otra vez al alcance de su mano, la derecha independentista catalana carece de incentivos suficientes para continuar sosteniendo en Madrid a un Ejecutivo de las izquierdas españolas. Simplemente, no tendrían casi nada que ganar —pero sí bastante que perder— en el supuesto de seguir garantizando la gobernabilidad a Sánchez durante el tiempo teórico que queda de legislatura.

Al cabo, la clientela electoral de Junts per Catalunya, y dejando al margen la cuestión nacional, resulta ser muy similar a la propia del PP en los otros territorios ricos de la Península. También ellos vehiculan la representación política de unas nuevas clases medias cada vez más individualistas y refractarias a sostener con impuestos altos unos servicios públicos que en gran medida ya no consumen, al proveerse en el mercado privado de, sobre todo, la sanidad y la educación. Significativos a ese respecto fueron los grandes aplausos que cosechó no hace mucho Díaz Ayuso en su intervención ante un nutrido foro de empresarios locales en Barcelona.

Llegados a este punto, procede ir olvidando de una vez el argumento del referéndum. Porque, en este muy preciso momento, el referéndum no constituye un objetivo a corto plazo para ellos. Y no por razones internas españolas, sino por el clima de tensión bélica que se vive en el contexto internacional. Los separatistas no son ingenuos y saben bien que la única posibilidad de lograr la separación sería que las grandes potencias que mandan en Occidente obligaran a España a aceptarla por la fuerza. Y eso no podría ocurrir jamás en un marco de tensión militar extrema entre la OTAN y la Federación Rusa. O sea, con un entorno exterior como el de ahora mismo, con el régimen de Zelensky a punto de caer en Ucrania y los tanques occidentales dudando si entrar en combate. Lo dicho, esto se ha acabado.

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