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Pedro de Tena

Las elecciones vascas y catalanas y el movimiento nacional español y democrático

Estamos gobernados por un frente que persigue un proceso político y cultural de ruptura nacional y que nos conduce a la balcanización y al totalitarismo.

Estamos gobernados por un frente que persigue un proceso político y cultural de ruptura nacional y que nos conduce a la balcanización y al totalitarismo.
Nicolas Redondo Terreros, Fernando Savater y Jaime Mayor Oreja en un acto político celebrado en San Sebastián en 2001. | EFE

Hay algo evidente que nadie puede discutir con seriedad. La democracia española, esto es, la que tiene a España cono nación y la Constitución como ley fundamental, no tiene presencia funcional alguna en País Vasco y Cataluña. El separatismo se ha hecho con el espacio público, con los valores, con las ideas y con el proyecto de futuro. Por ello, es razonable que muchos se planteen abandonar a los que se sienten españoles, que son la mayoría no representada políticamente, en una y otra región a su suerte.

En el País Vasco, con elecciones a la vuelta de la esquina, los sondeos coinciden en que la mayoría de los votantes dará una supermayoría absoluta al separatismo, si se unen los votos del PNV y Bildu. Casi un 67 por ciento. El PSE-EE, esto es, el de Pedro Sánchez y Pachi López, aliado estratégico de los anteriores, se sitúa en un 14 por ciento. Otros aliados nada circunstanciales del separatismo, Sumar y Podemos, están rondando el 7 por ciento. PP y Vox, los partidos que deberían contribuir a la "reconquista" de la región para la España nacional y democrática, no suman siquiera el 11 por ciento.

Esto es, para utilizar una frase de mi admirado Jaime Mayor Oreja, que parece ser el único que en el centro derecha interpreta con coherencia las señales del futuro, estamos gobernados por un frente, no por un único partido, que está en y persigue un proceso político y cultural de ruptura nacional y constitucional, que nos conduce a la balcanización y al totalitarismo.

En el caso del País Vasco, el clarividente Mayor Oreja –no por intuición sino por conocimiento empírico del pensamiento filoetarra y nacionalista—, ha adelantado ya que Bildu va a ser el ganador de las elecciones vascas, si no en la primera fase, en la que PNV y los socialistas mantendrán el paripé, sí en una segunda en la que Pedro Sánchez impulsará los "cambios de opinión" necesarios para dar el gobierno a Bildu y dejar fuera de las instituciones al PNV.

Se dirá que la culpa es de este PSOE. No es cierto. En 2001 hubo un proyecto nacional y democrático liderado por Nicolás Redondo Terreros y el propio Jaime Mayor. Aquel movimiento de unidad decidido a desbancar al nacionalismo vasco fue destrozado por el PSOE oficial en manos de José Luis Rodríguez Zapatero y el grupo Prisa, obtuvo un 41 por ciento de los votos, a sólo uno de distancia del PNV. Nicolas Redondo fue exterminado y finalmente expulsado hace bien poco y Jaime Mayor fue "cancelado" sustancialmente del PP de Rajoy.

En el caso de Cataluña, zarandeada por unas inesperadas elecciones en mayo y ya con ley de amnistía pero pendiente de la próxima calaverada de Puigdemont, lo único que está claro es que el mismo frente "popular" que gobierna en Madrid, compuesto por el socialismo catalán, Esquerra, Junts, los comunes de Ada Colau y los antisistema de la CUP, obtendrá una mayoría amplísima, superior al 60 por ciento. Vox y el PP, juntos, se quedarían por debajo del 8 por ciento. Es prematuro, se dirá, pero esa es la situación que no parece vaya a sufrir cambios significativos.

¿Qué hacer en esta encrucijada? Concluye el agudo análisis de Mayor Oreja en ABC que "ya hay que centrarse en el trabajo y el diseño para el presente y, sobre todo, para el futuro de una alternativa cultural y política al proyecto de ETA que va a gobernar el País Vasco y Navarra". No creo que para Cataluña, cuyas elecciones no se conocían cuando escribió estas palabras, su conclusión fuese diferente.

Una cosa que impresiona de ETA y sus epígonos es que tiene muy claro lo que quiere, cómo lo quiere, al ritmo que lo quiere y, lejos de limitarse a la acción política, realiza desde hace muchos años una intensa labor de propaganda cultural y moral. Lo mismo ha ocurrido en Cataluña, donde el separatismo ha adoptado las reglas de la nueva izquierda mundial que dan una máxima importancia a la hegemonía cultural y moral.

Tómese nota de que la mayoría de los electores en el País Vasco no quieren la independencia y que probablemente la mayoría de los catalanes tampoco, pero, aún así, la conquista de las instituciones y centros de poder por parte del frente que nos gobierna en toda España ha sido implacable, especialmente desde la deserción absoluta del PSOE de un proyecto para una España solidaria y unida.

¿Qué tienen enfrente? Descartando a un PSOE en manos de un filibustero sin escrúpulos atrapado por sus mentiras, por sus gravísimos escándalos y por la necesidad de sus apoyos y desconfiando de que tenga reforma posible en el futuro, sólo quedan dos partidos, PP y Vox, que no buscan la unidad sino el conflicto y una mayoría nacional española que está abandonada en Cataluña, una opción constitucional y democrática escondida en el País Vasco y una amplia potencia cultural y moral nacional que no encuentra un referente político claro y unido.

O sea, nada. El movimiento nacional democrático debe comenzar ya mismo como experiencia en el País Vasco y Cataluña. En ambas Comunidades debe aparecer una gran plataforma nacional y democrática unida y votable que armonice partidos, asociaciones y referentes mediáticos.

Por decir algo más, Fernando Savater, Rosa Díez, Maite Pagazaurtundúa, Mikel Buesa, Jon Juaristi, José María Múgica, Nicolás Redondo, Antonio Robles, Albert Boadella, Jaime Mayor, María San Gil, Juan Ramón Rallo, Agapito Maestre, Gabriel Albiac y otros muchos personajes y asociaciones que merecerían cita, tienen que tener la posibilidad y el deber de confluir en una tribuna cultural, moral y política que se erija en demostración de unidad que sea germen y abono de un amplio movimiento nacional. Así sea.

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