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Emilio Campmany

Sólo asesinatos en el ente

La buena noticia es que de repente aparece una socialista, Elena Sánchez, que se niega a obedecer. Y a su lado, un comunista que inesperadamente se le revuelve.

La buena noticia es que de repente aparece una socialista, Elena Sánchez, que se niega a obedecer. Y a su lado, un comunista que inesperadamente se le revuelve.
Concepción Cascajosa es la nueva presidenta interina de RTVE | RTVE

Hay muchos entes, pero sólo uno lo es por antonomasia. Tanto es así que el diccionario de la Real Academia pone como ejemplo el de Radiotelevisión Española. Estos días ha ocurrido que la directora interina del ente ha querido asesinar al director de contenidos y, tras lograrlo con los votos del PP y de un sedicente comunista, en venganza fue asesinada ella a instancias de Moncloa. Finalmente, la sustituyó una socialista de carnet, lo que ha generado algún escándalo entre algunos periodistas por considerar que lo de militar la inhabilita para un cargo institucional, como si no serlo fuera garantía de alguna imparcialidad. Que se lo pregunten a Cándido Conde-Pumpido.

Lo delirante de todo este rosario de crímenes, pues también fue obligado a dimitir el secretario general del ente para que a cambio el comunista díscolo votara a la nueva directora socialista, es que los pobres han muerto sólo por el capricho del tirano, al que se le ha puesto en la punta de la nariz que la televisión pública emita un programa capaz de competir con el de Pablo Motos en Antena 3. En Atresmedia, donde les gusta tener a la vez a la Coca-cola y a la Pepsi-cola, crearon su propia competencia en La Sexta con El Intermedio del Gran Wyoming. Pero, como a éste, de la cuerda de La Moncloa, no lo ve ni Begoña Gómez, su marido quiere que Televisión Española contrate por una pila de millones a un tal David Broncano, que hace para Movistar+ un programa gemelo de El Hormiguero, pero en plan rojelio. Encima, el espacio se llama La Resistencia, que ya cuando se creó se hizo para que le gustara a Pedro Sánchez, cuya mejor virtud él cree que es precisamente ésa. Aunque, si lo esencial era que le gustara al presidente, quizá deberían haberle llamado La Resiliencia, que suena mucho más sanchista. El caso es que Sánchez quiere que los españoles, en vez de entontecerse con las bobadas de Tamara (a estas alturas, sobra el apellido), se emboben con las gansadas de Lalachus, grandes creadoras ambas de soberbias tontunas, igual de inconsistentes, pero la una suena a derecha y la otra huele a izquierda. Y no es que El Hormiguero sea de derechas, que no lo es, pero lo que Sánchez no puede soportar es que no sea sanchista.

El caso es que Sánchez no aguanta a Pablo Motos, especialmente desde que le hizo la entrevista a Isabel Díaz Ayuso, que vieron más de tres millones y medio de televidentes, mientras que la que le hizo luego a él no pasó de tres millones. Tal derrota es intolerable y el responsable debe pagarlo. Y, como Sánchez no puede cargárselo, que ya lo habrá intentado presionando a Creuheras, quiere ahora acabar con él poniéndole en la misma franja horaria a David Broncano porque a Sánchez, quién se la hace, la paga, salvo que se sea golpista catalán. El deseo de venganza es tan poderoso que no ha dudado en crearse un problema donde no lo tenía en uno de los pilares de su poder, la televisión pública, que le ha sido fiel desde el principio y se mantenía bastante dócil. La buena noticia es que de repente aparece una socialista, Elena Sánchez, que se niega a obedecer. Y a su lado, un comunista que inesperadamente se le revuelve. Y un empresario que no cede a sus presiones. A ver si cunde el ejemplo.

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