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EDITORIAL

El autoritarismo sanchista frente al espejo

Los miembros de su gabinete, los dirigentes de su partido, sus aliados de ultraizquierda y los periodistas a su servicio son quienes están quedando retratados como una jauría antidemocrática.

La espantada del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no ha dado pie a un periodo de reflexión sino a una cacería contra los medios que han informado sobre las peculiares actividades profesionales de su esposa, Begoña Gómez. Todo ese dolor que dice sentir el líder socialista se está traduciendo en una campaña de señalamiento y acoso contra quienes exigen explicaciones sobre los movimientos y contactos de su pareja y en una movilización preventiva equiparable a las orquestadas por los regímenes populistas de extrema izquierda para sustentar su autoritarismo y suplantar a la democracia.

Ese supuesto periodo de reflexión que en un rasgo de audaz narcisismo se ha concedido Sánchez ha dado pie a que sus bases muestren la faz más autoritaria y peligrosa, la ausencia del más leve talante democrático y un profundo sectarismo. Los miembros de su gabinete, los dirigentes de su partido, sus aliados de ultraizquierda y los periodistas a su servicio son quienes están quedando retratados como una jauría en contra de la libertad de expresión, de la prensa libre y de los derechos democráticos de la oposición. Se trata además de una muestra impúdica de poder, de unas amenazas intolerables en una democracia pero que cuadran perfectamente en el contexto autoritario que pretende imponer el sanchismo.

Exigir la intervención de los medios críticos con el Gobierno, promover el establecimiento de límites en la acción política de la oposición, declararse abiertamente partidarios de la censura y anunciar el asalto al Poder Judicial revela el punto de degradación antidemocrática al que han llegado en defensa de su jefe, de sus regalías y de sus prebendas.

El manifiesto de los periodistas adictos al régimen sanchista, los pronunciamientos de los miembros del Gobierno y de los más destacados dirigentes del PSOE y las proclamas de la extrema izquierda en contra de medios y políticos de la oposición son el auténtico peligro de una situación muy degradada ya por las maniobras propagandísticas de Pedro Sánchez para desviar la atención sobre el alcance de la corrupción en sus diferentes entornos.

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