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Mario Garcés

Así habló Zaratustra enamorado

La política nacional se ha convertido, por el momento, en una insufrible lluvia de meteoritos emocionales e irracionales que destrozan cualquier intento básico de raciocinio.

La política nacional se ha convertido, por el momento, en una insufrible lluvia de meteoritos emocionales e irracionales que destrozan cualquier intento básico de raciocinio.
Pedro Sánchez, durante su entrevista en TVE | EFE

Cuando Sánchez acabó el discurso, se mantuvo en pie con la mirada fija en el horizonte. No era el gesto de un hombre atribulado sino el de una persona con un control pleno de la situación. Es absurdo, en este nanosegundo de nuestro presente, buscar razones cabales de la meditación del presidente en el desierto del Sinaí en Moncloa, porque o no existen, o no las vamos a conocer. Sánchez, como el cerdo Napoleón de "Animal Farm" de Orwell, aspira únicamente al control absoluto del pensamiento, y para ello necesita agitar el avispero de los institutos básicos de la granja socialista, convirtiendo a María Jesús Montero en la libertad guiando al pueblo en Ferraz. Precisamente Orwell, que no se llamaba realmente así, era un socialista revenido y crítico, que anticipó, a través de sus porcinos, lo que sería la regla básica de la granja española. Un siglo después cobra sentido la frase del sátrapa Napoleón: "Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros". Que se lo digan a Puigdemont.

Caer en la trampa de la causalidad racional cuando quien actúa es un percusionista de emociones, es una misión estéril. Zaratustra Sánchez se dirigió en su Epifanía política a los españoles después de que descansara cuatro días una vez que creó el mundo, como Dios. Y allí emergió Zaratustra convertido en un nuevo superyo dispuesto a acabar con el fascismo mundial en su nombre y en el de su agraviada esposa. Pues bien, para los necios del quinto día, lo de Begoña Gómez no es un ejemplo de machismo rancio sino de nepotismo colosal, como hay ejemplos en otros partidos políticos. Por ello, licenciados y graduados del mundo uníos, y enviad a la Universidad Complutense vuestros currículum para que veáis cómo os conceden una Cátedra, financiada por un un empresario benefactor. Veréis que no vale la pena. Nadie en su sano juicio diría que la función de una esposa o esposo de un presidente o presidenta del Gobierno es quedarse en casa, pero de allí a concederle una Cátedra, hay una distancia sideral. La distancia entre la casa y la Cátedra es la distancia entre el verdadero machismo y el auténtico nepotismo. Sin más. Y que quede claro que hay ejemplos vergonzantes en todos los partidos políticos.

Zaratustra Sánchez encarna a la perfección la exaltación del juego emocional al servicio de una democracia populista. El imperio de los sentidos burdos. No es que sea grave, que lo es, que las falacias mórbidas y las incoherencias hayan sustituido a la razón, sino que lo más grave es que una gran parte de ciudadanos han aceptado acomodaticiamente estas mentiras y han accedido a cambiar sus convicciones al calor de las mentiras de Zaratustra Sánchez. El viejo socialismo ha claudicado ante la pujanza de un socialismo posibilista con pretensiones de control del pensamiento crítico. El socialismo de resistencia del profeta busca el control del pensamiento pero no lo fija, de modo que los dogmas los alteran a diario sin oposición por parte de sus afiliados y simpatizantes. El mesianismo de Zaratustra Sánchez es una montaña rusa donde socialistas de todas las edades y condición se agitan con el cuerpo boca abajo.

Los sentimientos siempre han acompañado al poder, del mismo modo que el poder produce sentimientos. Zaratustra Sánchez lo sabe. El poder político fabrica, desde su monopolio, sentimientos dominantes para después distribuirlos con el fin de que sean consumidos. Y los ciudadanos, en modo gregario, somatizan parte de esas emociones para sentirse cómodos en su clan político. La política nacional se ha convertido, por el momento, en una insufrible lluvia de meteoritos emocionales e irracionales que destrozan cualquier intento básico de raciocinio. Se dice en las redes y ya está, sea o no sea cierto. Delirante. Cierto es que con estas conductas crecen los manipuladores, los aprovechados y aquellos que desean atenuar su sentido de culpa y hasta su idiocia perfectamente perceptible. Por supuesto que hay bulos, a siniestra y a diestra. De la burocracia a la "bulocracia" de los mediocres, que campan por todos los lados.

La permanente transformación del presente y del pasado hace que la mentira se vuelva absolutamente necesaria. El bulo en este minuto y hora se ha convertido en fuente de la historia. Orwell, en referencia a los dos bandos de la Guerra Civil española, lo vino a describir como una endemia nacional en su ensayo Looking back on the Spanish Civil War (1942): "Vi, de hecho, cómo la historia se escribía, no en términos de lo que había ocurrido, sino en términos de lo que debería haber ocurrido de acuerdo con las directrices del partido". Así es Zaratustra Sánchez, como fue en su momento Zapatero, maestro en incorporar al lenguaje político el cinismo y la hipocresía, de modo que su intención no es expresar la verdad, sino ocultarla, sazonada con un sentimiento perverso de victimismo. Neolengua de trapo.

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