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Santiago Navajas

Otra hora oscura de Europa: Sánchez, Hamás y el nuevo antisemitismo

El mecanismo de los propagandistas es sencillo: convertir a las víctimas en verdugos y su propia vileza antisemita en una medalla antisionista.

El mecanismo de los propagandistas es sencillo: convertir a las víctimas en verdugos y su propia vileza antisemita en una medalla antisionista.
Yolanda Díaz. | Europa Press

La maquinaria propagandística de la izquierda antioccidental está tratando de borrar la memoria de la matanza del 7 de octubre, como si jamás hubiese ocurrido el ataque terrorista de Hamás contra Israel, seguido del secuestro, violación, tortura y asesinato sobre todo de mujeres que son usadas como trofeos de venganza y humillación por parte de los fundamentalistas islámicos. El mecanismo de los propagandistas es sencillo: convertir a las víctimas en verdugos y su propia vileza antisemita en una medalla antisionista.

Israel se ha encontrado con los islamistas delante, aunque escondidos como ratas, y con los progres a su espalda, disfrazados orwellianamente de luchadores por la paz. No podía ser otro que Pedro Sánchez el que pretendiese liderar desde el primer día el apaciguamiento hacia Hamás como hizo Chamberlain respecto a Hitler. El reconocimiento del Estado palestino liderado por los terroristas como un interlocutor válido y legítimo no es sino otra vuelta de tuerca en su cercanía con aquellos que desde el desprecio al Estado de derecho y el uso de la violencia consiguen privilegios y prebendas.

No está solo Pedro Sánchez en su cruzada contra Israel. Yolanda Díaz e Irene Montero acompañan desde la ultraizquierda al socialista español y al ayatolá iraní Jamenei en la creencia expresada por este último de que "la promesa divina sobre la liberación de Palestina desde el río hasta el mar será cumplida". Desde el Jordán hasta el Mediterráneo implica que si Palestina es liberada al estilo que pretenden Hamás y Jamenei, entonces el Estado de Israel debe ser destruido. Cada vez que alguien repite el mantra "Desde el río hasta el mar" lo que está queriendo decir es "Israel delenda est": Israel debe ser destruida.

También trata de debilitar la fortaleza del Estado de Israel la Corte Penal Internacional en su acusación contra Netanyahu, lo que significa poner en la misma balanza al primer ministro israelí con Sinwar, el carnicero violador que dirige Hamás. Una estrategia también habitual en el nihilismo políticamente correcto la de equiparar a dirigentes democráticos como Margaret Thatcher, Felipe González o incluso Barack Obama con terroristas como los del IRA, ETA o Al Qaeda. Como en el caso de España, que se trata de darles a los que perpetran los más horribles crímenes un barniz de respetabilidad y una pátina de empatía. Durante siglos los europeos han estado expulsando a los judíos de sus países. Ahora, más taimados pero no menos viles, algunos tratan de que no vuelvan a pisar suelo europeo. En el colmo de la infamia, Netanyahu está en una situación por la que podría ser detenido si pisase suelo español o alemán. No les bastaba con no dejar cantar a la representante israelí en Eurovisión, también pretenden que no pueda hablar el principal dirigente hebreo en el Europarlamento.

Frente a este delirio antisemita de Sánchez, la ultraizquierda y la Corte Penal Internacional, ha tenido que ser otra víctima del fundamentalismo islámico, el novelista Salman Rushdie, recién publicado su libro sobre el intento de asesinato que sufrió por un radical musulmán que lo ha dejado tuerto y con graves secuelas, el que ha recordado a Sánchez lo que en realidad está haciendo con su reconocimiento de un Estado palestino en estas circunstancias:

Si existiera un Estado palestino, estaría gobernado por Hamás, y eso lo convertiría en un Estado similar a los talibanes y sería cliente de Irán. ¿Es eso lo que quiere crear el movimiento progresista de la izquierda occidental?

Es un falso dilema la elección entre Israel y Palestina, entre judíos y árabes, entre Netanyahu y Sinwar. Porque tenemos que estar con Israel y con Palestina, con los judíos y con los árabes, con Netayanhu y contra Sinwar. El resto es equidistancia.

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