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¿Algún socialista avergonzado?

Es un hecho que el socialista medio odia a España y es capaz de todo con tal de que gobiernen "los suyos", pero, ¿también van a tragar con esto?

Es un hecho que el socialista medio odia a España y es capaz de todo con tal de que gobiernen "los suyos", pero, ¿también van a tragar con esto?
Simpatizantes del PSOE se concentran en los alrededores de la sede socialista de Ferraz para mostrar su apoyo al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez | EFE

El pobre Pablo Iglesias amenazaba con romper el candado del 78, como si un personaje ridículo entrenado en el comunismo caribeño tuviera la capacidad de hacer algo importante en la vida. Naturalmente, fracasó. Como en todo lo demás. Aquí, el que ha hecho saltar la cancela por los aires quedándose tan tranquilo ha sido Sánchez, el Adán de la política española —internacional, de hecho—, que ha puesto en almoneda nuestro sistema de libertades con la aprobación de la Ley de Amnistía, un engendro jurídico que cuestiona la continuidad de España como Estado de derecho. A estas alturas ya solo los jueces y magistrados pueden mantener vivo el orden constitucional, arriesgándose con ello a destruir su propio futuro en la judicatura.

Los diputados del PSOE aplaudieron con ganas la aprobación de la amnistía justo después de que los portavoces de la minoría catalana les escupieran desde la tribuna del hemiciclo, para que la humillación fuera completa. Fue digno de ver el entusiasmo de todos ellos y los gestos de apoyo a Sánchez, que reía desde su sillón como si hubiera sacado adelante una reforma vital para el avance de la Nación y la prosperidad de todos los españoles. Que no es que esperáramos otra cosa, claro, pero es que ver a los socialistas celebrar semejante marranada de la manera en que lo hicieron fue algo que no se podrá olvidar fácilmente.

Por eso resultaría interesante conocer la opinión de los votantes del PSOE, especialmente de la España atrasada a causa, en gran medida, de los privilegios otorgados desde hace décadas a las clases acomodadas del País Vasco y Cataluña, a la última de las cuales Sánchez ha pedido perdón en nombre de todos los españoles.

Es un hecho que el socialista medio odia a España y es capaz de todo con tal de que gobiernen "los suyos", pero, ¿también van a tragar con esto? Pues parece que sí, porque a estas horas todavía no se ha producido una concentración de repudio al sanchismo a las puertas de la sede del PSOE con miles de militantes rompiendo el carné del partido, que sería lo suyo si esta gente tuviera un poco de dignidad. Por el contrario, los socialistas de Badajoz o de Murcia están hoy más orgullosos que nunca de Sánchez y su gobierno de gualtrapas comunistas. Da igual que los servicios del Estado en esas y otras provincias sean más propios del tercer mundo que de la cuarta economía de la zona Euro; aquí lo que importa es que no gobierne la derecha y, a ese respecto, Sánchez lo está haciendo fenomenal.

¿Hay algún socialista sinceramente avergonzado de lo que su partido perpetró en el Congreso el pasado jueves? Parece que no. Y está muy bien que así sea porque, de esa manera, el PSOE se irá al carajo haciendo gala de una cohesión granítica. Lo que venga no será mejor, claro, pero al menos nos habremos librado de toda la purria actual.

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