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¿Llamará el diputado Ábalos a Francisco Camps?

Sí, señor Ábalos, el presidente de la Generalitat Valenciana dimitió y se convirtió en eso que a usted tanto le asusta: "un cadáver civil".

Sí, señor Ábalos, el presidente de la Generalitat Valenciana dimitió y se convirtió en eso que a usted tanto le asusta: "un cadáver civil".
Ábalos | LD/ AGENCIAS

Faltaban once días para las elecciones del 8 de noviembre de 2016, cuando James Comey, director del FBI con la Administración Obama, comunicó por carta al Congreso de Estados Unidos que se reabría la investigación sobre los correos electrónicos particulares de la candidata Hillary Clinton. En 2014, una petición de documentos del Comité de la Cámara de Representantes que investigaba el ataque en el que murió el embajador estadounidense en Libia —septiembre de 2011—, sacó a la luz que Clinton hacía todas las comunicaciones oficiales de la Secretaria de Estado a través de un servidor privado. El Código de los Estados Unidos regula en el título 44, capítulos 22 y 2911, los requisitos para el uso de correos particulares en asuntos oficiales. Es igual de riguroso para un funcionario o empleado de la Administración que para el presidente: no podrán crearlos ni enviarlos salvo que adjunten una copia a una cuenta oficial de mensajería electrónica de la que el funcionario o el presidente sean titulares.

El diputado Ábalos, transmutado en Carlos Latre, respondía el pasado 29 de mayo, entre quejoso y amenazante, a dos reporteros que tras la primera pregunta permanecen mudos minuto y medio. "Claro que tengo un correo personal, el de siempre y con el que siempre he trabajado; no trabajo con los oficiales. Tras lo cual añadió: y efectivamente, me preocuparon las informaciones que salieron sobre las sombras reputacionales y exigí que se aclararan ¿Cuál es el problema?". Seguro que se les ocurrió replicar: ¿Y a quien le pidió usted que despejara esas sombras? ¡A ver quién se atreve!

Cuando el exministro afirma que no trabajaba con los correos oficiales… ¿se refiere a que no los utilizaba para sus asuntos particulares —lógico— o que las gestiones (algunas, las más delicadas) que afectaban al Ministerio de Transportes se sustanciaban al margen de ellos? Un reciente informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, establece que Koldo García Izaguirre habría informado al ministro, acerca de esas sombras reputacionales de la empresa Soluciones de Gestión, en una dirección de correo "que se correspondería con una cuenta personal de Ábalos".

En su comparecencia —6 de mayo— en la Comisión de Investigación del Senado sobre los contratos de las mascarillas, Ábalos afirma que "todo lo supervisó el subsecretario, absolutamente toda la gestión la llevó él… Él será el que podrá decir cómo se gestionó todo esto".

Preguntado si "¿sobre la contratación (de material sanitario) formaba parte el señor Koldo de algún tipo de trabajo en este sentido?" (disculpen la frase pero es literal), Ábalos responde que no. El senador le repregunta: ¿Quién de su ministerio le informaba de las compras de material sanitario? ¿Le informaba a usted el señor Koldo?". Y Ábalos insiste cargando toda la responsabilidad sobre el alto cargo: "Yo despaché todo este asunto con el subsecretario. Todo se lo encargué a él, toda la gestión y fue él quien decidió derivar las contrataciones a las empresas que tenían presupuesto: Puertos del Estado y Adif".

Surge una duda. Aunque se flexibilizaron los procedimientos de contratación, ¿qué información manejó el subsecretario para decidir que Soluciones de Gestión, "una empresa enana, de intermediación", en palabras de los responsables de Puertos, era la oferta más adecuada?

Recientemente, la Fiscalía Anticorrupción ha solicitado al juez de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno, que cite a declarar como imputado a Jesús Manuel Gómez García, el subse. Los informes de la UCO apuntan a que, junto a otros altos cargos, "podría haber ejercido ciertas presiones" sobre los responsables de las adjudicaciones en Adif y Puertos del Estado. También está citado en la Comisión de Investigación del Senado. Esperemos que, ese día, a sus señorías la inspiración les pille con los deberes hechos.

En la comparecencia del diputado tránsfuga hubo un momento muy emotivo. Durante 40 minutos toreó con socarronería y bravura a un senador pizpireto de Vox. Continuó la faena con una señoría que manseaba. Adornado con un moño, se apellida Ferrer. "¿Por qué no dimitió usted?", se atrevió a preguntarle el muy impertinente y Ábalos se sinceró: "me llamaron varios excargos públicos, varios, del partido socialista y del partido popular…". Ábalos cabecea, "varios", insiste. Y le aconsejaron: "José Luís, no te conozco de nada (quizá aquí esté la explicación de esas llamadas), no dimitas, serás un cadáver civil. Me lo dijeron personas que, lamentablemente, no han conseguido ninguna rehabilitación, pero que sienten empatía. Que vivieron procesos similares, que finalmente quedaron en nada, pero se han quedado con el estigma".

Recordará el señor Ábalos, que pastoreaba en 2013 al Partido Socialista de Valencia, la persecución que le organizaron a Francisco Camps por un asunto de unos trajes. La "corrupción" que denunciaban los socialistas valencianos no llegaba a 3.500 euros. "Lo hacemos por responsabilidad, por nuestras ideas y porque la corrupción no puede quedar impune", proclamaban campanudos cuando Camps ya había dimitido en julio de 2011. Sí, señor Ábalos, el presidente de la Generalitat Valenciana dimitió y se convirtió en eso que a usted tanto le asusta: "un cadáver civil".

Sabrá el diputado que el pasado 29 de mayo la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional absolvió a Francisco Camps, concluyendo así los procesos que le han tenido de juzgado en juzgado durante los últimos años. Seguro que Ábalos corresponderá esa empatía que sintió cuando le llamaron los "excargos públicos" y telefoneará a Francisco Camps. Puede disculparse a su manera, con sofismas… que suenen sinceros. Pero, si no tiene el valor de hacerlo personalmente, le puede encargar a Koldo, que vive en Benidorm y le pilla a mano, que le haga llegar su sentida contrición.

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