
Cualquiera que valore la información, que es un producto que escasea, debe estar hoy preocupado por la desinformación del presidente del Gobierno. No tanto por la desinformación que practica, que esa se ve a la legua, aunque muchos la difundan sin fact checking. Lo más inquietante es la desinformación que tiene; lo desinformado que está precisamente sobre esto de la información y los medios. El presidente hilvanó un relato para justificar un plan de intervención, control y castigo en el que mezcló, como en una coctelera loca, sin orden, distinción ni jerarquía, cosas diferentes y órdenes distintos; en el que no dijo más que banalidades; y con el que mostró que sufre de la confusión de todas las confusiones: no distingue información y opinión.
A un presidente del Gobierno que pone como primer ejemplo del efecto de las noticias falsas que haya un 18% por ciento de españoles que dice en los sondeos que la economía está en crisis, le falta notablemente información. Información sobre los históricos de los sondeos: siempre hay un porcentaje que ve mal la situación económica, da igual cuáles sean los datos macro. Información sobre la realidad: ¿qué van a decir las personas que no llegan a fin de mes y que ven cómo está la cesta de la compra? Entendemos que Sánchez quiere que la gente, un cien por cien, diga que la economía va como una moto y como un cohete, expresiones suyas que son puramente valorativas y del todo acientíficas. Pero hay quienes tienen otra valoración, otra percepción y otra opinión. Cuando el PSOE ha estado en la oposición y la economía iba bien, según el Gobierno del PP, ¿no es cierto que el PSOE decía que iba mal? ¿Difundía el PSOE un bulo o la suya era otra valoración? Lo que empieza mal, acaba peor.
A un presidente del Gobierno que anuncia un plan de digitalización de los medios exhibiendo la cantidad de pasta a repartir, a la vez que amenaza con castigar económicamente a parte de los medios, no se le puede achacar sólo desinformación. Desconocimiento hay, porque los medios están digitalizados desde hace tiempo. Se le puede imputar la torpeza de hacer los dos anuncios a la vez: ¡demasiado evidente! Pero nunca es demasiado. Va a ser una torpeza deliberada. Da a conocer la cuantía de la recompensa a los obedientes para que se sumen con entusiasmo a la persecución de los díscolos. Los carteles de "Wanted" del Lejano Oeste siempre ponían cuánto se iban a llevar los que colaboraran. Los forajidos que aquí se buscan van a ser perseguidos por el Gobierno y por sus competidores. En el gabinete de Moncloa ya tendrán hecha la lista de maleantes.
Los cien millones para los medios bajo el pretexto de la digitalización pasarán a los anales como el mayor fondo de reptiles que haya habido en España, que se sepa. No será secreto, como antaño, cuando salía de los fondos reservados. O sí, que en la transparencia este Gobierno no sobresale. Pero no hay duda de que es la zanahoria que acompaña al palo. Zanahoria para la prensa favorable al Gobierno y palo para la contraria. En estas maniobras sí que sobresalen. Aún así. No van a ser suficientes los cien millones. Hay mucha necesidad. Verá Sánchez que se le van a quedar cortos. Y, sobre todo, que no le servirá de nada. Claro que siempre es más fácil tirar el dinero que no es de uno.